Cuando la sombra de COVID-19 se cernía sobre Francia, el personal de un hogar de ancianos para personas mayores cerca de Lyon, vaya al sitio web para obtener más información sobre este lugar, resolvió que no permitirían que sus residentes se conviertan en estadísticas, por lo que hizo lo que nadie más estaba haciendo.
Valerie Martin dirige la casa en Corbas, donde atiende a 106 personas. Cuando escuchó lo que el coronavirus estaba haciendo a las personas mayores en toda Europa, resolvió que era necesaria una acción drástica para proteger a sus residentes.
«Dije que no. No es mio. Mis residentes aún tienen mucho por lo que vivir», dijo Martin a AP.
Decidió cerrar completamente el edificio e invitó a los miembros del personal y las enfermeras a unirse a ella en lo que pensó que sería una cuarentena de tres semanas. Afortunadamente, Valerie no estaba sola en su heroicidad, ya que 29 de sus empleados se ofrecieron como voluntarios para quedarse, trayendo almohadas y sacos de dormir para pasar las noches con colchones en el piso.
Se convirtió en una maratón de 47 días y noches, pero 12 miembros del personal permanecieron todo el tiempo. Su determinación valió la pena, y el lunes 4 de mayo, en medio de abrazos de celebración y canto, las pruebas de coronavirus resultaron negativas para los 106 residentes.
«Lo logramos. Cada día, cada hora, fue una victoria», dijo Martin..
Los cuidadores que se llamaban a sí mismos «felizmente confinados» se fueron en un desfile de autos tocando bocinas en su camino de regreso a reuniones con mascotas, parejas y niños.
«Fue duro», dijo la cuidadora Vanessa Robert a AP. Pero también hubo momentos de «alegría total, reunirse por las tardes, perder el tiempo, arrojándose bombas de agua».
Debido a que el personal y los residentes de Vilanova estaban todos encerrados juntos, separados de otra parte de la instalación donde los miembros del personal externo llevarían comida y suministros, no había necesidad de confinar a las personas mayores a sus habitaciones solitarias.
Después del inicio del encierro de Francia el 17 de marzo, Martin vio que muchos residentes estaban cayendo en depresión durante sus primeros días en aislamiento, mientras que el personal le dio una limpieza profunda a la casa.
«En dos días, ya vimos personas que comenzaron a no querer comer, personas que no querían levantarse, personas que dijeron:‘ ¿Por qué me lavas? No tiene sentido «, dijo a la AP.
Sin embargo, una vez que hubo nuevamente juegos y comidas comunales, todos se mantuvieron de buen humor durante los 47 días completos.
Cuando el promedio nacional de nuevos casos cayó dramáticamente y las puertas de Vilanova se abrieron, Valerie Martin, quien finalmente regresó a su casa con su gato probablemente angustiado, fue aclamada como una heroína en los periódicos de todo el mundo por sus esfuerzos. Pero no fue un gran sacrificio al final.
«Fue un poco como entrar en un campamento de vacaciones», dijo. «Vivir un encierro con 130 personas es extremadamente gratificante».
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