Esta historia es un WOW: Mako Komuro fue princesa de Japón pero por un motivo decidió renunciar a la realeza y ahora es noticia por haber conseguido un nuevo trabajo como voluntaria no remunerada el el MET. ¡SÍ! La ex princesa de Japón ahora trabaja en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, uno de los museos de arte más destacados del mundo.
Situado en el distrito de Manhattan, en la ciudad de Nueva York, el MET abrió sus puertas el 20 de febrero de 1872 y alberga nada más y nada menos que una colección de más de dos millones de obras de arte de todo el mundo. Entre sus empleados, hay una figura bastante particular e insólita: una ex princesa que «huyó» de Japón dejando de lado la tradición familiar para seguir un sueño personal.
Quizás debamos empezar por contar de qué va la cuestión: como dijimos antes, se trata de Mako Komuro, la hija de 30 años del príncipe heredero Fumihito. La joven renunció a su estatus real para casarse con Kei Komuro, su novio de la universidad, en octubre de 2021 y se mudó a Estados Unidos poco tiempo después. Ahora, parece que Mako ha encontrado su lugar en la gran ciudad con esta nueva misión profesional.
El interés de Mako por el arte y la curaduría no es nuevo. Antes de casarse, ella obtuvo un título en arte y patrimonio cultural de la Universidad Cristiana Internacional de Tokio y una maestría en Estudios de Museos y Galerías de Arte de la Universidad de Leicester. Como si fuera poco, también trabajó como investigadora en el Museo Universitario de la Universidad de Tokio, mientras cumplía con sus deberes reales.
Lo más destacado e impactante acerca de su nueva vida es que, a pesar de la formación y conocimiento adquirido y la posición pública que tiene por portar un apellido de gran importancia para Japón, ha preferido mantener el perfil bajo y la humildad ante el nuevo trabajo que ha encontrado: según han indicado otros medios, se encuentra trabajando actualmente como voluntaria no remunerada en el MET, algo que parece indicar un comienzo prometedor para una inicial vida fuera de la realeza.
La familia imperial japonesa no permitía a Mako casarse con un plebeyo sin renunciar a su título. En lugar de abandonar el amor construido entre ambos, una vez que la joven pareja estuvo lista para irse, Mako rechazó un pago único de 1.35 millones de dólares que tradicionalmente se entrega a la realeza saliente. Afortunadamente, a pesar de no contar con ese dinero, podríamos decir que a la pareja le está yendo bien en su nuevo entorno: a Mako se le atribuye haber ayudado en la reciente exhibición de pinturas en pergamino en la colección de arte asiático del Met y, por lo pronto, su esposo trabaja en un bufete de abogados local.