La tensión se eleva en Grindavik, Islandia, donde los residentes, evacuados por el peligro de una inminente erupción volcánica, han obtenido un breve permiso para regresar a sus hogares. En medio de una intensa actividad sísmica y grietas que han marcado carreteras y edificaciones, la incertidumbre persiste en esta ciudad de 4,000 habitantes, ubicada a 40 km al suroeste de Reikiavik.
La intranquilidad se evidencia tras el movimiento de magma que ha generado cientos de sismos, presagiando una posible erupción volcánica. Los residentes, bajo la atenta mirada de agentes policiales y equipos de protección civil, aprovecharon unos minutos para recuperar enseres, muebles y mascotas de sus hogares, constatando los daños ocasionados por esta actividad telúrica.
El gobierno islandés, ante la inminencia del riesgo, decretó el estado de emergencia el sábado, instando a la evacuación forzada de Grindavik y habilitando refugios de emergencia y centros de ayuda en áreas cercanas.
Vidir Reynisson, responsable de protección civil, señaló la magnitud de la fisura, extendida unos 15 km, advirtiendo sobre la posibilidad de una erupción en cualquier punto de este tramo. «Estamos un poco desesperados, aturdidos y tristes, de hecho. Cuando pensamos en el tiempo y la energía que dedicamos a construir nuestra casa, es triste», expresó Hans Wierer, uno de los vecinos afectados.
El riesgo volcánico en Islandia no es una novedad, con 33 sistemas volcánicos activos en la región. Sin embargo, las erupciones anteriores, ocurridas cerca de Fagradalsfjall en marzo de 2021, agosto de 2022 y julio de 2023, tuvieron lugar en áreas deshabitadas, alejadas de cualquier infraestructura.
La incertidumbre y la preocupación marcan el día a día de estos residentes, cuyas vidas quedan en suspenso ante la amenaza latente de la naturaleza, mientras Islandia se prepara para enfrentar el potencial desencadenamiento de fuerzas volcánicas impredecibles.