La vida de hostel tiene un ritmo muy diferente al que se ve en un hotel. Bajo una atmósfera más distendida y divertida que invita a la charla y la interacción con otros viajeros, los hostels están llenos de historias y anécdotas que sólo pueden ocurrrir ahí mismo.
Si no lo crees, desde Intriper les pedimos a quienes trabajan en la recepción de un hostel que nos cuenten cómo es su trabajo y cuáles son las cosas que ven y escuchan a diario (y claro, que se pueden contar…)
«La vida de hostel cambia todos los días. Casi todas las tardes se renuevan los viajeros, personajes e historias que llegan al Front Desk. El mundo del hostel es diferente a todos y así también los distintos tipos de viajeros: desde parejas, amigos, mochileros que viajan solos hasta familias enteras de backpackers», cuenta Rocío, quien trabaja en uno de los Art Factory Hostels de Buenos Aires.
Historias desde el mostrador de Selina
Un huésped muy extraño
«En mi primer noche baja un suizo paniqueando con que un huésped sordomudo lo amenazó con un machete (ya está, se explica solo esto). Me insistió con que llame a la policía, porque temía que yo subiera y me acuchillara en su frenesí de amenazar gente con un machete. Los policías no encontraron nada, aunque revisaron mucho y me dijeron que al menos un taser podría haber tenido. El huésped sordomudo no solo no se fue, sino que al menos se quedó dos semanas más. Pasó fin de año y nos dijo que era un mistery shopper (muy dudoso). Al mes volvió preguntando si teníamos disponibilidad y nos contó que estuvo en Paraguay. Dijo que tenía un teléfono de la embajada de Estados Unidos porque el suyo lo había perdido en aquel país, donde estuvo preso por meterse a una fuente de agua y hacer bardo», cuenta una de las recepcionistas de Selina, la cadena latinoamericana de hostels que hace unos meses desembarcó en Argentina.
De amor y desamor
«Un día cayó un pibe re feliz y alegre de la vida, porque le iba a dar una sorpresa a su novia que hacía meses que estaba viajando y estaba por volver de algún lugar del interior. Todo divino, cayó la piba y nosotros estábamos expectantes por ver el reencuentro más esperado por toda Latinoamérica unida. Al final por X razón, él le tuvo que decir que la había ido a ver y nos dijo que le digamos que estaba en la common kitchen. Fue una de las decepciones más grandes que me dió Selina: la piba tenía menos ganas de verlo que yo de subirme a cualquier cosa similar a una montaña rusa».
Borracho geek
«Eric cayó tipo 4 de la mañana más alcoholizado que yo en toda mi adolescencia, pero como no es latinoamericano, es un asiático canadiense, estuvo 1 hora ideando un programa para hacer reservas en hoteles, haciéndome preguntas y pensando como podía venderlo. Cuando por fin cayó alguien para hacer check out se fue, por si le robaban la idea».
Anécdotas por los pasillos del Art Factory Hostels
Desde viajeros que llegan en pareja y se van separados, hasta algún despistado que reserva pensando que es un hotel, Rocío asegura que las anécdotas en el hostel sobran. Y estas son algunas de las que nos contó…
- Huéspedes que reservaron mal la fecha y llegan un mes antes
- Otros que no sabían que habían reservado en un Hostel y querían Hotel
- Algunos que llegan en pareja y se van separados porque conocieron otro viajero
- Los que llegan tan borrachos que piensan que perdieron la billetera en el taxi -cuando la tienen dentro del locker en el cuarto- y hasta te hacen llamar a las tarjetas para cancelarlas
- Una pareja francesa de 70 años que fue asaltada por motochorros en Tucumán, pero salieron en la tapa de la Gaceta diciendo que “aman Tucumán”
- Nunca faltan las caras de post borracheras que vemos a la hora del desayuno
- Y no nos olvidemos de que también hay lugar para el amor, y se los digo por experiencia propia… me he enamorado de un huésped en la recepción de Buzios y tuve una hermosa relación un par de años.
Cómo es trabajar en un hostel
«Mis tareas de conserje son mostrar los rincones escondidos de la ciudad y los imperdibles a la hora de visitar Buenos Aires. Y también aconsejo a los viajeros para que tengan la mejor experiencia durante su estadía. Desde disfrutar un show de tango, hasta ir a un partido en la Bombonera, hacer un free walking tour o qué parrilla no se pueden perder de la ciudad», cuenta Rocío.
«Lo más lindo que me pasó en este Hostel son las amistades que estoy haciendo. Muchos viajeros vienen a Buenos Aires como punto de partida para arrancar su viaje por el país o Sudamérica. Vemos varios huéspedes que vienen unos días se van al norte o a Patagonia y vuelven a hospedarse con nosotros, después vuelven a irse a Chile o Uruguay y después los volvemos a ver en el Hostel. Y así terminaron hospedándose 15 días con nosotros», agrega.
«Me di cuenta que, mientras estaba quieta en un destino, trabajar en un hostel era la mejor manera de seguir viajando mediante el viaje de los otros viajeros. Y por otro lado me siento muy a gusto ayudando a otros viajeros y recomendándoles los mejores sitios a los que ir pero con la mirada de local», explica Rocío.
En esta línea, desde Selina acotan que lo que más les gusta de su trabajo es la posibilidad de relacionarse con gente de diferentes edades y culturas. «Hay variedad de idiomas y países, y siempre ocurren situaciones que hacen que los días sean todos diferentes. Trabajamos con un público que suele no tener su viaje planeado y va improvisando su rumbo a medida que pasan los días, y muchos terminan quedándose por diferentes razones. Lo mejor es la buena onda que se genera (entre nosotros, entre huéspedes, y viceversa) pero al ser estadías cortas, es muy triste cuando llega la hora de despedirse», cuentan a Intriper.