Hungría se convierte en el primer país de la Unión Europea en volver a cerrar las fronteras a los extranjeros. Mientras el continente europeo le hace frente a una segunda ola o brote de coronavirus, tomando iniciativas que contemplan restricciones a los viajeros que llegan desde distintos puntos del mundo, Hungría anuncia una medida que resulta tan drástica como quizás necesaria para dar marcha atrás y volver a pronunciarse a favor de la contención del virus.
Ante el intento de evitar las importaciones de casos de COVID-19 al país, desde este martes 1 de septiembre, los ciudadanos extranjeros sólo pueden entrar en el territorio de Hungría con contadas excepciones justificadas. Entre ellas se destacan las excepciones por motivos de trabajo para quienes deben cruzar la frontera a diario, provenientes desde un radio máximo de 30 kilómetros y no permanezcan en el país por más de 24 horas.
Así mismo, en lo que respecta a los turistas, solo se verán exceptuados los pasajeros provenientes de los países que integran el Grupo de Visegrádo: República Checa, Polonia y Eslovaquia. No obstante, deberán cumplir con ciertas condiciones, como llegar al país con una reserva efectuada en un alojamiento en Hungría y la presenteción del resultado negativo de, al menos, un test de coronavirus.
Por otra parte, en cuanto a los viajes de negocios también se verán marcadas restricciones. Según han indicado desde la agencia austríaca APA, «en el futuro, los viajes de negocios de Austria a Hungría sólo estarán exentos de la prohibición de entrada si una empresa austríaca tiene una sucursal en Hungría«.
En el caso de los ciudadanos húngaros que se encuentren fuera del país, a su regreso en sus hogares deberán permanecer unos 14 días en cuarentena, al menos que se realicen dos pruebas de coronavirus durante los primeros días de su aislamiento. Ambas deberán estar separadas con un intervalo de 48 horas y demostrar que el resultado ha dado negativo.
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