Japón está inmerso en una grave crisis poblacional debido al envejecimiento acelerado de su población. Un reciente informe reveló que 36.5 millones de japoneses tienen 65 años o más, lo que representa el 29.3% de su población total, alcanzando un nuevo récord y posicionando a Japón como el país más longevo del mundo.
Este envejecimiento de la población ha sido motivo de preocupación para las autoridades japonesas durante varios años. La situación implica que, en el futuro, el país deberá hacer frente a una creciente demanda de atención médica y costos sociales, con una fuerza laboral cada vez más pequeña. Esto crea un problema grave: habrá menos personas en edad de trabajar para financiar los elevados gastos que genera una población envejecida.
El gobierno también informó que la población total del país se redujo en 595.000 personas, dejando a Japón con 124 millones de habitantes. Además, lo más alarmante es que 9.14 millones de personas mayores seguían trabajando en 2023, representando un 13.5% de la fuerza laboral. Este fenómeno refleja la creciente presión sobre los ancianos para mantenerse activos en el mercado laboral ante la falta de trabajadores jóvenes.
Otro desafío significativo es la drástica caída de la natalidad. Los jóvenes japoneses no están interesados en formar familias, lo que agrava aún más la crisis. La combinación de baja tasa de natalidad y el aumento en la longevidad está creando un profundo impacto en la economía japonesa, que enfrenta el estancamiento y el aumento de los costos sociales.
Japón deberá encontrar soluciones urgentes para revertir o mitigar esta tendencia, ya que su actual camino demográfico podría comprometer gravemente su futuro económico y social.
