La Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha fueron golpeadas por la fuerza de una DANA, una depresión aislada en niveles altos, que causó intensas tormentas, inundaciones y tornados en el este de España, convirtiéndose en el desastre natural más letal del país con al menos 95 víctimas mortales.
El fenómeno, conocido como “gota fría”, afectó especialmente a la provincia de Valencia, donde se registraron niveles de lluvia sin precedentes. En localidades como Chiva, se acumularon casi 500 milímetros de agua en tan solo ocho horas, una cifra equivalente a la precipitación de un año completo. Estas lluvias torrenciales causaron estragos en infraestructuras, hogares y carreteras, dejando un panorama devastador y un impacto humano y material difícil de medir.
Factores que intensificaron la DANA
La meteoróloga Mar Gómez explicó que la DANA que se formó en el este de España fue una de las más inusuales y devastadoras en décadas. “Fue un sistema de tormentas extremadamente estático”, similar a los que se observan en otras latitudes como Estados Unidos. La combinación de una masa de aire húmedo del Mediterráneo, junto con vientos de levante y la temperatura anormalmente cálida del mar, generó una tormenta que permaneció sobre la misma área por más de 12 horas.
Además, la geografía de la región y su planeación urbana jugaron un rol crucial. Las montañas cercanas al litoral aportaron energía para el desarrollo de las tormentas, mientras que el flujo de aire constante contribuyó a mantener la actividad intensa y prolongada de las lluvias, transformando el fenómeno en un sistema convectivo de mesoescala que desencadenó incluso tornados en algunos puntos.
Críticas a la previsión y los sistemas de alerta
Pese a que los modelos de predicción meteorológica ya apuntaban a la posibilidad de lluvias extremas en la Comunidad Valenciana, muchos cuestionaron la eficacia del sistema de alerta temprana. El meteorólogo José Miguel Viñas indicó que, aunque el fenómeno era en cierta medida predecible, las limitaciones en la predicción a escala local complican avisar con la antelación necesaria para evitar pérdidas humanas.
La costa de Valencia experimentó una temperatura del mar entre uno y dos grados por encima de la media, lo cual también pudo haber contribuido al aumento en la intensidad de las lluvias. Sin embargo, como explicó Viñas, “no es solo el Mediterráneo lo que puede desencadenar lluvias intensas; otros factores están en juego”, lo que hace cada vez más complejo anticipar desastres de esta magnitud.
Un desastre natural sin precedentes en España
Con este episodio, la DANA de 2024 ya superó a eventos históricos en términos de mortalidad y daños, como la inundación del camping de Biescas en 1996 y la gran inundación de Valencia en 1957. Este fenómeno deja un legado de devastación en la región y plantea serias preguntas sobre los impactos del cambio climático, la capacidad de las ciudades para enfrentar estos fenómenos y la necesidad de mejorar la infraestructura y los sistemas de alerta en zonas vulnerables.
A medida que la región comienza a recuperarse de los destrozos, el foco se centra en la reconstrucción y el aprendizaje para prevenir que una catástrofe de esta magnitud se repita en el futuro.