“La geología de la ruta 40, un aporte de la FCEyN para Malargüe«, así es como ha sido bautizado el proyecto impulsado por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO) y las autoridades de la Dirección de Turismo de la Municipalidad de Malargüe, la ciudad de Mendoza situada a los pies de la cordillera de los Andes. Se trata de un viaje geológico por la Ruta 40 que busca destacar la presencia de miradores encantados, cascadas de agua cristalina, cárcavas de piedra marcadas por el paso del tiempo y gran cantidad de fósiles marinos en la zona.
La iniciativa tiene como objetivo ampliar los diferentes atractivos presentes en el trayecto que comprenden los 210 kilómetros de la Ruta 40 sobre el departamento de Mendoza a través de la recopilación de información y la implementación de carteles interactivos con códigos QR para optimizar la experiencia de los viajeros de forma tal que se contribuya a ampliar su conocimiento geológico e histórico sobre cada sitio.
Para llevar a cabo la propuesta, se contó con el financiamiento de la mencionada unidad académica a través de la convocatoria “Jorge A. Sabato” con el objetivo de enriquecer la experiencia de viaje y ampliar el conocimiento geológico e histórico de la zona. El itinerario contempla dos días para la experiencia.
Esta nueva forma de encarar el viaje por la ruta 40 es un reconocimiento a la complejidad que implica disfrutar cada kilómetro sabiendo que su belleza no se agota en su aspecto visual, sino que se agiganta cuando se puede mirar la historia de un planeta a través del paisaje.
Unidiversidad. El sistema de medios de la UNCUYO
Según han indicado los referentes y precursores de la travesía, el viaje comienza en el cruce del río Malargüe, el principal afluente de la Laguna de Llancanelo. La siguiente parada es la denominada “Cuesta del Chiuido”, la cima del recorrido por la 40. “Allí se pueden observar las maravillosas vistas panorámicas que ofrece la cuesta, descubriendo a su paso miradores encantados, cascadas de agua cristalina, cárcavas de piedra marcadas por el paso del tiempo y gran cantidad de fósiles marinos”, precisó Marcelo Rivarola, director de Turismo de Malargüe.
Luego, siguiendo el camino se llega a Bardas Blancas un lugar en el que puede observarse “un manadero natural de petróleo. Lo que deja ver que estas tierras no solo son importantes por su valor geológico y turístico sino también por su potencial económico” según relata Diego Cattaneo, docente y coordinador del proyecto.
Posteriormente, y ya avanzando sobre la emblemática ruta, se llega al Geoparque Llano Blanco, un portal para viajar al pasado remoto, en donde la tierra regala fósiles continentales, marinos y el renombrado bosque petrificado, uno los lugares con mayor valor paleontológico y geológico. El viaje se detiene en “La pasarela”, lugar donde el Río Grande se encajona en un cañón de basalto negro y comienza el territorio de la Reserva Natural de La Payunia, la zona más densa y variada de volcanes del mundo.
En cuanto al segundo día de recorrido, el mismo está previsto para arrancar en el Infiernillo, una cuesta hecha de una gran colada de lava basáltica. El siguiente sitio es el Parque de Huellas, una zona poblada de huellas de dinosaurios de 70 millones de años de antigüedad. Por último, el final del viaje se sitúa en uno de los lugares más emblemáticos de Malargüe: Los castillos de Pincheira, “una formación natural producida por sedimentación de antiguas erupciones volcánicas, la erosión del agua y viento”, mencionó Diego Cattaneo.