Un preocupante patrón de falta de respeto hacia las mujeres corredoras
En los últimos meses, miles de mujeres que salen a correr han comenzado a compartir una inquietante realidad: están siendo escupidas por hombres en las calles sin previo aviso ni razón aparente. Estos actos de agresión no provocados han sido ampliamente denunciados por las víctimas a través de redes sociales, generando un necesario debate sobre el respeto, los derechos de las mujeres en espacios públicos y la cultura del acoso callejero. 🏃♀️🤬
Escupitajos como forma de agresión callejera
El problema no se limita a un área geográfica específica ni a una edad determinada. Diversas mujeres en Reino Unido han reportado haber sido blanco de agresiones similares mientras practicaban running en horas diurnas y nocturnas. En todos los casos, los agresores son hombres que escupen desde sus autos, bicicletas o incluso al cruzarse caminando.
Uno de los testimonios que generó mayor repercusión fue el de la corredora británica Charlotte Arter, quien relató en redes su experiencia: “Corriendo por la ciudad, un hombre se me acercó por detrás, me adelantó y me escupió directamente en la cara. Estoy en shock. ¿Cómo es esto aceptable?”. Sus palabras se viralizaron y provocaron una ola de reacciones similares.
Una expresión más del acoso de género en el espacio público
Este patrón no puede leerse únicamente como casos aislados de mala educación. Según expertos en estudios de género, gestos como escupir o interrumpir a mujeres en la calle representan una forma más sutil –pero igual de violenta– de control y desprecio hacia quienes ejercen su libertad en espacios comunes.
De acuerdo con un informe de ONU Mujeres, el 58% de las mujeres a nivel mundial ha experimentado algún tipo de acoso sexual en espacios públicos. Esta cifra podría ser aún mayor si se consideran casos que muchas víctimas prefieren no denunciar.
Reacciones ante el problema
La importancia de visibilizar el acoso
El aumento de denuncias en redes sociales ha servido como termómetro social de una problemática que, si bien no es nueva, había sido hasta ahora minimizada. Gracias al alcance de plataformas como Twitter e Instagram, cada vez más mujeres identifican patrones similares en sus experiencias.
La visibilidad de estos casos no solo ayuda a empoderar a las víctimas, sino que también promueve una cultura de denuncia y activa la conversación en torno al acoso y la seguridad de las mujeres.
La respuesta institucional todavía es limitada
A pesar de la viralización de estos episodios, la respuesta de las autoridades ha sido menor a la esperada. Aunque escupir a alguien en la vía pública podría interpretarse como una agresión física y, por ende, ser penado por la ley, la mayoría de las mujeres no reportan estos hechos por falta de pruebas o por temor a no ser tomadas en serio.
Según explicó el abogado criminalista Ben Keith al medio británico Metro UK, este tipo de comportamiento podría constituir delitos como «agresión común» o «conducta abusiva» de acuerdo a las leyes británicas. Sin embargo, los procedimientos legales suelen ser engorrosos y poco efectivos para este tipo de episodios cotidianos.
¿Por qué corren las mujeres con miedo?
Salir a hacer ejercicio, algo que para muchos representa libertad, salud y bienestar emocional, puede convertirse en una experiencia cargada de tensión para las mujeres. El simple acto de correr por la calle implica evaluar rutas más seguras, llevar dispositivos de seguridad, vestir ropa considerada “discreta” o salir solo en determinadas franjas horarias.
Un reciente estudio del portal Runner’s World reveló que más del 60% de las mujeres han sido acosadas mientras corrían. Las formas más comunes de acoso incluyen piropos no deseados, seguimiento intencional, contacto físico y ahora, también, escupitajos.
Estrategias que adoptan las runners
Ante esta situación, muchas corredoras han tenido que desarrollar estrategias para protegerse mientras entrenan:
- Usar auriculares con volumen bajo para estar siempre alertas a su entorno
- Compartir su ubicación en tiempo real con familiares o personas de confianza
- Cambiar frecuentemente de ruta para no seguir un patrón predecible
- Evitar zonas poco iluminadas o con historial de incidentes
Sin embargo, estas estrategias no deberían ser necesarias si hubiera un entorno seguro para todas las personas, sin distinción de género.
¿Cómo podemos generar un cambio real?
La educación como herramienta transformadora
Combatir expresiones cotidianas de violencia de género, como escupir a mujeres corredoras, requiere un cambio profundo a nivel cultural. La educación en valores, el respeto en el espacio público y la empatía deben promoverse desde etapas tempranas.
Asimismo, es necesario que los hombres revisen críticamente sus comportamientos y comprendan el rol que pueden tener como aliados. Romper el silencio frente al acoso —aunque no sean ellos quienes lo cometen— también es una forma de combatirlo.
El poder del activismo y las redes sociales
Movimientos como #TodasLibres han sido fundamentales para visibilizar las barreras que enfrentan las mujeres en su día a día. Las redes sociales permiten compartir testimonios en tiempo real y generar mecanismos de apoyo colectivo.
Promover hashtags, difundir información útil para víctimas y ofrecer recursos de contención aumentan la presión social para que las autoridades actúen más rápidamente frente a denuncias de acoso.
¿Qué hacer si eres víctima de este tipo de agresión?
Si sos víctima de un acto de acoso como los descritos, te recomendamos seguir los siguientes pasos:
- Denunciar lo ocurrido ante las autoridades locales en cuanto sea posible.
- Anotar o registrar detalles sobre la persona agresora, vehículo o lugar del hecho.