Pan Poecía: El panadero argentino que hornea poesía y “rescata” a autores de la literatura en una fascinante cuenta de Instagram

El texto del párrafo (88)
Editora / Travel Content Editor
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Poesía en forma de pan es poesía dos veces: el protagonista de esta historia se toma muy en serio la idea de concientizar que el lenguaje es un alimento espiritual y convertirlo en pan es también hacer de la nutrición un arte.

El orden de los factores no altera el producto: Gastón Leandro Ezequiel Vázquez es artesano del pan y las palabras. Es autor de “Pan Poecía”, una marca registrada que fusiona literatura con letras elaboradas a partir de masa sobrante de sus producciones. ¿El resultado? Una cuenta de Instagram temática y atrapante.

Gastón tiene 43 años y reside en Bahía Blanca, una localidad argentina que se destaca por ser una “ciudad puerto”. Hace unos años empezó a amasar pan como alternativa a una realidad que lo había dejado sin empleo en la que es considerada como la principal estación marítima de aguas profundas del país: irónicamente pasó de estar cerca del agua a convivir todos los días de cara al fuego.

Es culpable de llevar al horno a muchos autores con la finalidad de revivirlos y/o hacerlos cuerpo por un rato: “Le agrega otra categoría al texto”, cuenta en diálogo exclusivo. “Ese texto que también fue cuerpo del autor y después pasó al libro, al texto, vuelve a pasar al pan y se digiere”, describe.

Pan Poecía: El panadero argentino que hornea poesía y rescata a autores de la literatura en una cuenta de Instagram
Pan Poecía” es una marca registrada que fusiona literatura con masa sobrante de producciones de pan.
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Yo busco lo que se llama cristalización poética o tensión lírica, ese espacio donde el poema se hace autónomo, donde brilla. Esto puede ser a través de una imagen o de cambiar la morfología de una frase, pero a primera instancia es lo que causa un impacto afectivo”.

Gastón Leandro Ezequiel Vázquez, autor de Pan Poecía

Pan Poecía: versos que salen de los libros y van directo al horno

Soy escritor y panadero… Acá la masa, el pan y los libros están cerca”, advierte consultado sobre el origen de esta iniciativa al mismo tiempo que justifica que la elección del nombre es pura y estratégicamente intencional: “¿Por qué poecía con C? En Bahía Blanca hay un graffiti de la calle que escribe con C y soy fanático de ese graffiti”, cuenta en un guiño a la identidad local de donde toma vida este particular proyecto literario. 

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Fue ese mismo graffiti el que llevó a Gastón a lucirse entre harinas y bandejas: “Cuando termino de amasar el pan siempre me queda un resto, un pedazo de de pan. Como había una bandeja desocupada, se me ocurrió formar la palabra poecía. Y así empezó todo… Me vino la sensación de hacer algo con ese resto de masa”, recuerda.

Luego de formada la palabra, la producción fue dejada a leudar primero y cocinada después. Hasta entonces podría haber significado una simple y divertida ocurrencia que quedaría en el anonimato o entre las cuatro paredes del salón donde se encuentra el horno de barro, pero decidió subir una foto a las redes sociales y ese fue el principio de una búsqueda incesante de motivación y expresión. 

Vi que tuvo repercusión, que había gustado… A mí también me gustó estéticamente cómo había quedado. Y a partir de ahí apareció el sistema que se volvió algo metódico: ¿qué pasa si formo una frase más larga?”, recuerda de aquel momento en el que compartió la imagen en su cuenta personal de Instagram y Facebook.

En efecto, después de aquel intento exprés vino la primera prueba más ambiciosa: “Tomé un verso de una poeta amiga de acá de Bahía Blanca que dice “La vida es un poema”. Hice lo mismo, lo presenté en una bandeja, lo volví a compartir y ahí ya aparece el sistema en bruto”. 

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Gastón compartía esto a través de sus perfiles personales en las redes, pero viendo que estos contenidos empezaban a tener autonomía, surgió la cuenta de Instagram bautizada como @panpoecía.

Harina, levadura, agua, sal, estética y ética

Ciertamente, de ahí en más, la metodología a utilizar sería y será siempre la misma, no así el texto a representar por lo tanto tampoco lo será la emoción provocada: “Siempre estoy buscando a ver qué verso puede ser llevado al horno”. Para él, el pan cumple una función nutritiva y espiritual y busca reconocer en él esta función, siendo también algo que se comparte en comunidad, nuestro alimento espiritual. 

En un contexto en el que el pan se hace de manera industrializada, con aditivos, conservantes y sirve en un periodo de tiempo muy acotado, volver a la manera de producir artesanalmente, con lo básico -harina, levadura, agua y sal- y cocinarlo con un horno de barro, con leña, hace que también el lenguaje vuelva a su estado poético”, defiende.

Consultado sobre cómo va al encuentro de esos mensajes que elige para hornear y compartir, Gastón demuestra una postura empática y responsable frente a la literatura: “Yo estoy siempre buscando la mal llamada “baja literatura”… Es un homenaje a la literatura y a la literatura independiente, de pocas tiradas, autogestiva, esos textos que quedaron perdidos hace 50 años”. 

“Siempre estoy rascando eso que pareciera que se quedó perdido pero no quedó perdido: si se publicó y quedó en papel, no desaparece. Es una búsqueda estética y ética: esto no se perdió, hay que rescatarlo, ponerlo a circular devuelta…”

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«Es un homenaje a la literatura y a la literatura independiente«, cuenta Gastón sobre el propósito de Pan Poecía.

A veces, Gastón se toma muy en serio la idea de recuperar a ciertos autores, tanto así que también enfatiza en la idea de hacerles saber a los responsables de algunas frases de alto impacto lo que sus textos son capaces de hacer. “Siempre trato de contactarme con el autor, hacerles saber que es un placer hacer esto… A veces hasta también los peso y le escribo al autor “Tu verso pesa esto”… Es otra forma de concretismo”, confiesa.

Una memoria familiar y una pelea ganada a la rutina

Poesía en forma de pan es poesía dos veces y Gastón asegura que con Pan Poecía también está conmemorando una memoria ancestral: “A los 8 años, mi abuela, que era paraguaya, hacía pan casero y me lo daba a mí para vender. Casi 30 años después, habiendo pasado por un montón de situaciones adversas, a donde quiero volver es a hacer pan casero… Estoy recuperando algo familiar, que proviene del guaraní, del fuego”. 

Para mí es más importante el verso que hago en pan que los otros 20 panes que puedo hacer por día… Me entusiasma más saber qué verso se va a hornear hoy”.

A este artesano literario el pan le sirve como sustento material para comer, pagar impuestos y seguir publicando sus libros, al mismo tiempo que oficia de sustento espiritual, para que el trabajo per se y toda esta producción valga la pena: “Rompe con la lógica del trabajo rutinario, angustiante, sin sentido. Para mí le agrega un sentido”.

Elegir un único verso para digerir no sería tarea sencilla. Por el momento, Gastón guarda sus producciones para futuras muestras en donde poder nuclear muchos versos en una instalación digna de inspiración.

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