¿Qué ver en la antigua ciudad de Edimburgo?

Edimburgo
Redactor
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Durante mi viaje, en más de una ocasión muchos amigos me preguntaron: “¿Por qué decidiste ir a Edimburgo?”. Siempre me han llamado la atención esas naciones medievales llenas de historias; así que seguí la intuición de que este sería un destino que me sorprendería. ¡Y así fue!

Desde que llegué, la ciudad me esperaba con un espléndido sol, pese a que me encontraba en pleno invierno. La primera mañana, un café acompañó el recorrido por las principales calles de Edimburgo. Me inscribí en un recorrido turístico e histórico llamado “Sandeman’s”, el cual realiza tours gratuitos, pero con una donación voluntaria al final del recorrido. El paseo dura entre 2 a 3 horas y vale la pena hacerlo. Además, esta empresa cuenta con convenios en cafés, tiendas de comida, pub’s, en donde tienes un descuento por participar en algunos de sus tours.

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The Royal Mile

Es la avenida más importante de esta ciudad (y probablemente por la que más veces caminé), ya que une el palacio Holyroodhouse con el Castillo de Edimburgo. Es una avenida maravillosa y llena de historia. Los adoquines, edificaciones de piedra y rocas te transportan a una época medieval.

Pertenece al casco antiguo de Edimburgo, y en ella puedes respirar la esencia que posee esta ciudad y su gente. El comercio está principalmente determinado por vestimentas escocesas además de gaitas e imitaciones de armaduras. Por supuesto que también hay tiendas de licores, en donde el Whisky es el principal producto. Si quisieran probar alguno, pueden ir a cualquier pub y por unas 6 libras podrán hacerlo.

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El Cementerio Greyfriars

Avanzada la mañana, fui a conocer un famoso y místico cementerio llamado Cementerio Greyfriars. ¿Han pensado en ir a tener una cita romántica o hacer un picnic en un cementerio? La gente de Edimburgo los frecuenta con total normalidad ya que están abiertos las 24 hrs. Los cementerios son prácticamente como parques públicos, por lo que siempre hay gente en ellos. Fue escalofriante en un principio ya que hay mucha historia en éste en particular.

Durante la época de los protestantes, sirvió como cárcel para aquellos revolucionarios, y
también como lugar de tortura. Sentí escalofríos a ratos, imaginando cómo pudieron
haber sucedido estos hechos. Anteriormente las celdas de los prisioneros estaban abiertas
para el público, hoy en día está restringido el acceso.

La catedral Saint Giles 

Este lugar me impresionó por dos cosas. Primero, porque su estructura en forma de corona es fantástica y original, y segundo porque hasta el día de hoy en su interior se encuentra la
capilla en la cual eran envestidos los antiguos caballeros reales.

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Caminar por las calles de esta ciudad y contemplar su arquitectura es tan místico como acogedor. La gente tenía muy buena disposición para ayudar y hasta los conductores del transporte público te saludan. En lo personal, encontré este lugar tan amigable que ya lo sentía familiar.

Castle Hill

Caminar por una calle y encontrarte un castillo sobre la cima de un volcán extinto no
tiene precio. Sin dudas, su majestuosidad se puede apreciar por donde lo mires. La entrada al castillo en boletería cuesta entre 18 a 22 libras pero por empresas de turismo, puedes pagar 29 libras incluyendo un guía.

Esta vista desde el Castle Hill es perfecta para poder apreciar Edimburgo. Tuve la bendición de tener otro día de sol, por lo que se vía todo muy claro y hermoso. Y en el fondo incluso puedes apreciar las famosas “Highlands”.

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Edimburgo incluso cuenta con una playa, hoy en día no tan frecuentada ni explotada turísticamente, pero tuvo sus años dorados en otros tiempos. Pese a todo, es una playa hermosa donde se encuentra el mar del norte. Nunca podré olvidar lo acogido y seguro que me sentí en esta ciudad. Conocí personas subiendo cerros que me contaban lo seguro que era andar por las calles fuese la hora que fuese, y lo comprobé.

Pese a que no pude realizar una buena fotografía por distintos factores, lo mejor del viaje fue poder presenciar una aurora boreal: un velo enorme de tonalidades verdes y amarillos sobre una ciudad de noche dividida por el mar. Sin dudas, una de las mejores experiencias que he vivido.

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