Un hallazgo en el sur de Brasil dejó sin palabras a los investigadores: una extensa red de túneles subterráneos de 1,8 metros de alto y hasta 600 metros de largo que, lejos de ser obra humana o resultado de un fenómeno natural, habrían sido excavados por animales extintos hace miles de años.
Los túneles fueron descubiertos en Rio Grande do Sul por el geólogo Heinrich Theodor Frank, quien inicialmente pensó que se trataba de una construcción humana o de un accidente geológico. Sin embargo, estudios posteriores descartaron ambas teorías y confirmaron que los responsables fueron perezosos gigantes, criaturas que podían medir hasta cuatro metros de largo y que los científicos describen como “hámsters del tamaño de un elefante”.
Un artículo publicado en Science Advances en 2018 respalda esta hipótesis, señalando que las paredes presentan arañazos de enormes garras, una evidencia imposible de asociar a procesos naturales. Frank fue categórico: “No existe ningún proceso geológico que produzca túneles largos y ramificados con marcas de garras en sus paredes”.
Se cree que especies como el Megatherium, herbívoros que habitaron Sudamérica durante el Pleistoceno (hace entre 8.000 y 10.000 años), fueron los constructores. Distintas generaciones de estos perezosos habrían usado y mantenido estas estructuras como refugios.
El hallazgo también reveló pistas sobre la interacción entre humanos y estos gigantes prehistóricos. Se hallaron huellas humanas en patrones de acecho, lo que sugiere que pudieron haber sido cazados. Los especialistas señalan que, aunque pudieron ser presas, los perezosos gigantes eran adversarios peligrosos gracias a sus fuertes brazos y afiladas garras, capaces de defenderse en combates cuerpo a cuerpo.
Más allá del asombro, estos túneles ofrecen una nueva mirada sobre la relación entre humanos y megafauna, y sobre la impresionante capacidad de los animales prehistóricos para modificar su entorno.


