Eddie Jaku, hoy con 98 años, cuenta cómo sobrevivió al Holocausto y cómo, después de haber sufrido tanto, se considera el ‘hombre más feliz del mundo’.
Él nunca va a poder olvidar el momento en el que Josef Mengele, con su dedo, decidió que seguiría viviendo. Estaba de pie junto a su padre de 52 años, cuando Mengele señaló a Eddie a un lado y su padre a otro.
Eddie, aterrorizado, no le prestó atención y siguió a su padre, con la cabeza baja, esperando que nadie lo notara. Sin embargo, un guardia nazi lo hizo.
«¡Oye, tú! ¿No te dijo que fueras por este lado?», gritó.
El guardia le dijo que su padre tenía que ir al camión y él al campamento. Esa fue la última vez que lo vio.
Hoy en día vive en Sidney (Australia) con su familia, y asegura que a los únicos dos lugares que nunca volvería son Alemania, porque fue ahí donde comenzó el nazismo, y Polonia, donde su madre y su padre fueron asesinados dentro de una cámara de gas.
Eddie asegura que no puede ni perdonar, ni olvidar. Pero lo que nunca ha hecho es odiar, por eso es el «hombre más feliz de la tierra». Y esa es la lección de vida que desea enseñar a los más jóvenes.
Que no te guste una persona no quiere decir que la odies, eso es una enfermedad. Lo peor es que no solo destruye a tu enemigo, sino a ti también.
«El odio debe ser sacado del vocabulario. Esta es la caída de la humanidad «
El secreto de la felicidad, según Eddie, es una buena esposa y la amistad. Y asegura que «lo que das, lo devuelves … no das nada, no recibes nada».
Dice que si los jóvenes no aprenden estas lecciones de vida, no habrá futuro.
