Tierra del Fuego ha logrado poner a Argentina ante los ojos del mundo durante las últimas horas. Si te preguntás cómo o por qué, aquí tenemos la respuesta: aprobando la ley para prohibir los criaderos de salmón y convierte a Argentina en el primer país en prohibir la industria. Así, la provincia patagónica le dijo que no a la salmonicultura, convirtiendo al país en el primero en prohibir esta industria que no solo arrasa con el ambiente marino sino que también afecta a sus comunidades costeras.
La legislatura fueguina aprobó hoy por unanimidad el proyecto de ley que prohíbe la salmonicultura en Tierra del
Fuego; actividad que amenaza no solamente al ambiente sino a la salud y la economía de la provincia. La ley, promovida por el legislador Pablo Villegas del Movimiento Popular Fueguino, puso a la Argentina en los ojos del mundo, posicionando al país como el primero en tomar una decisión de tal magnitud en cuanto al cuidado del ambiente.
“La sanción de esta ley es una clara y contundente definición institucional que destaca la importancia que tiene para los fueguinos, la protección y conservación de nuestros recursos naturales, del patrimonio genético de nuestros seres vivos y de su ambiente para un desarrollo económico sostenible”, resaltó el legislador Villegas.
La salmonicultura es la siembra y cosecha intensiva de salmónidos bajo condiciones controladas para fines comerciales. En este tipo de producción, se engorda a los salmones en “jaulas flotantes» ubicadas normalmente en bahías y fiordos a lo largo de las costas, una técnica que se originó en Noruega a finales del año 1960. La cría intensiva de salmones en jaulas solamente es posible en un determinado tipo de ecosistema (frágil, prístino, de aguas frías y sumamente ricas en biodiversidad) lo cual generó en los últimos años una presión extrema en los lugares donde su desarrollo es viable.
Cabe destacar que, entre las consecuencias de la salmonicultura, se encuentran las mortandades de salmones masivas, la intensificación de blooms de algas tóxicas (como la marea roja), la introducción de especies exóticas, la alteración de
los ecosistemas y pérdida de fauna local, la generación de zonas “muertas” y el enmallamiento de mamíferos marinos. A lo largo de los años, las empresas salmoneras se han visto envueltas en numerosos escándalos relacionados a los escapes, mortandades y el uso indebido de antibióticos.
En Argentina, el único lugar viable para este tipo de emprendimientos son las prístinas aguas del Canal Beagle en Tierra del Fuego. Estas aguas, además de concentrar el 50% de los bosques de macroalgas que existen en el país, son uno de los grandes sumideros de carbono del planeta y “hot spot” de biodiversidad.
David Alday, representante de la comunidad Yagán, afirmó: “Es un hito tremendo el que han logrado del otro lado del Canal. Nosotros conseguimos sacar las salmoneras y ustedes lograron que no haya salmonicultura, esto tiene un gran impacto para nosotros, es una señal y un respaldo a nuestra comunidad y territorio indígena y al archipiélago”, y resaltó: “Queremos que en Chile esto se sepa, que del último lugar del planeta se ejecutó un hito contra una industria tan destructiva como la salmonicultura”.
La industria no fue para nada bien recibida por los habitantes de Tierra del Fuego, que junto a comunidades vecinas chilenas, como la comunidad Yagán de la ciudad de Puerto Williams, diversas organizaciones ambientales y la marca de ropa outdoor Patagonia, reconocida por su activismo ambiental, se hicieron escuchar a través de diferentes acciones y varias manifestaciones.
El mundo gastronómico también demostró un rechazo generalizado a la industria. Francis Mallmann, chef referente y militante de la causa, expresó: “Haber estado embarcado en el canal del Beagle con los descendientes de nativos que durante miles de años cosecharon frutos de este lugar prístino, y poder mantenerlo como está, suma respeto por
nuestras tradiciones y un planeta más sano”, y agregó: “Creo que estamos cerca de un cambio radical en la industria de las salmoneras. Los muy jóvenes están más juntos que nunca. Hay un hilo conductor ético que los une sin fronteras. Nos están enseñando que tienen ambiciones muy diferentes a las nuestras: para ellos lo más importante es el planeta».
Por su parte, Estefania Gonzalez, Coordinadora de Océanos de Greenpeace Andino, explicó: “Creemos que esta decisión va a ser una señal para que en Chile esta industria tenga también un fin definitivo. Para que se entienda que los mares patagónicos son un patrimonio único y tienen que ser protegidos. Es un tremendo triunfo de la ciudadanía, que estuvo desde el día uno denunciando, aportando información científica de primer nivel para finalmente demostrarles a las autoridades provinciales la importancia de transformar esto en ley.”