En el corazón de la Puna jujeña, un fenómeno natural volvió a maravillar a locales y visitantes: la Cascada de Pajchela, ubicada en Cusi Cusi a 4.068 metros sobre el nivel del mar, quedó completamente congelada por las temperaturas bajo cero que azotan la región cada invierno.
Lo que en otras estaciones es un estruendoso salto de agua, en julio se transforma en un escenario de hielo surrealista. Columnas cristalinas, muros de hielo y esculturas naturales de más de diez metros de altura emergen en el paisaje, mientras el silencio de la altura solo se ve interrumpido por el crujir del hielo bajo los pies y el silbido del viento andino.

El nombre “Pajchela”, de origen quechua, significa “ruidosa”, pero durante estos meses el agua deja de rugir. El frío es tal que el río se solidifica en el aire, creando un paraíso blanco que parece suspendido en el tiempo. Esta postal invernal, de tonos azules, ocres y rojizos, se convirtió en una experiencia única para senderistas, fotógrafos y amantes de los paisajes extremos.
Acceder a este rincón congelado no es tarea fácil. Desde Abra Pampa se debe tomar la Ruta 4 hasta Rinconada, y luego realizar una caminata exigente hasta la cascada. Se recomienda hacerlo con guías locales y el equipamiento adecuado: ropa térmica, botas de trekking, bastones y provisiones calóricas, ya que las condiciones climáticas y la altitud pueden representar un desafío importante.

La ola polar que azotó gran parte del país a principios de julio también dejó otras postales similares: en Bariloche, la Cascada Los Duendes apareció totalmente congelada durante un patrullaje de rutina, y en Chubut, la Cascada de Opazo quedó detenida en el tiempo por el hielo tras temperaturas de hasta -17°C.
Pero lo de Jujuy tiene un aire distinto. Allí, en ese rincón silencioso del norte argentino, la naturaleza da forma a una obra efímera que solo puede contemplarse unos pocos días al año. Un espectáculo congelado, donde el agua deja de caer para convertirse en arte.