En esta ciudad de Alaska, cada uno de sus habitantes vive en el mismo edificio. Sí, una ciudad independiente en un solo complejo llamado Begich Towers.
Durante el verano, la ciudad de Whittier tiene casi 22 horas de sol por día. Una bahía a la cual llegan cruceros y donde hay un turismo al aire libre que recibe más de 700.000 visitantes por años. Los turistas disfrutan de las pequeñas tiendas de la ciudad, pasan su tiempo en actividades de caza, pesca y senderismo y turismo.
Pero en el invierno, una estación que ellos mismos llaman «húmeda y salvaje, el pueblo se vacía. Whittier es una ciudad estacional, accesible en barco en el verano o en la tierra durante todo el año a través de un solo túnel de dos millas y media en Maynard Mountain. Ese túnel funciona sobre una base rotativa, corriendo una sola dirección, cambiando cada media hora, y cerrando para la noche cerca de las 11.
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Cuando todos los turistas dejan Whittier, sólo quedan unos 218 habitantes y casi todos viven en un edificio, Begich Towers. Aunque en realidad no sólo viven ahí en el invierno. La mayoría vive ahí durante todo el año, pero pasan gran parte del verano haciendo negocios y ayudando a los turistas.
Begich Towers actúa como su propia ciudad autónoma durante todo el invierno, proporcionando a las personas todo lo que necesiten para sobrevivir a la dura temporada. El edificio (actualmente en obras de renovación) tiene unos 70 años de antigüedad, y fue utilizado originalmente como vivienda para familias de militares y oficiales durante la Segunda Guerra Mundial.
Hay un patio de recreo, una iglesia, una oficina de correos, una clínica, dos supermercados, una comisaría de policía, una tienda de alquiler de videos, oficinas de la ciudad y una lavandería bajo el mismo techo. La escuela (donde se encuentra el único gimnasio) está al otro lado de la calle, accesible a través de un túnel subterráneo.
Pasar el Invierno en Begich es un algo tranquilo, cuentan sus mismos residentes. La gente se reúne y juega a las cartas, se entretienen y van a la ciudad en grupos para comprar lo que no pueden encontrar en el supermercado. Y aunque todo el mundo generalmente se lleva bien y hay una armonía tranquila, algunas personas tienen malos días. En este espacio cerrado, sin embargo, los residentes son más comprensivos. «Si alguien está malhumorado por aquí, sólo les decimos, «Está bien, te veo después». Después de un rato todo vuelve a la normalidad.