Un submarino chino se adentra bajo el hielo del Ártico en busca de los ‘tesoros’ del calentamiento global

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China ha logrado un nuevo hito en la exploración polar: un submarino tripulado consiguió adentrarse por primera vez bajo el hielo del Ártico, colocándose dentro del selecto grupo de países capaces de operar en uno de los entornos más hostiles del planeta.

El sumergible Jiaolong fue el encargado de alcanzar el fondo marino en aguas cubiertas por hielo, dentro de la mayor misión de investigación realizada por China en la región. En la operación participaron cuatro buques de apoyo, en lo que ha sido descrito como “un salto en las capacidades de exploración en aguas profundas”.

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Hasta ahora, solo Estados Unidos, la extinta Unión Soviética y el Reino Unido habían conseguido misiones similares. Durante la Guerra Fría, el submarino nuclear USS Nautilus se convirtió en pionero al demostrar que era posible navegar bajo el casquete polar. Décadas más tarde, otros países siguieron sus pasos. Hoy, China se suma a esa lista.

La exploración en estas condiciones extremas no está exenta de riesgos: las comunicaciones con la superficie son limitadas, los sistemas de posicionamiento pierden efectividad y la navegación se complica por los bloques de hielo en constante movimiento. A esto se suma el impacto del frío extremo sobre la maquinaria, lo que obliga a una precisión absoluta en cada maniobra.

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Más allá del desafío científico, la expedición refuerza el interés estratégico de Pekín en el Ártico. El acelerado deshielo provocado por el cambio climático ha convertido a la región en un espacio clave para el comercio global y la explotación de recursos energéticos. Desde 2015, China se autodefine como un “estado cercano al Ártico”, multiplicando por cinco sus investigaciones en la zona, mientras que Estados Unidos ha reducido las suyas.

Aunque la misión se presenta como un esfuerzo pacífico y de carácter científico, el trasfondo geopolítico es evidente. En 2007, Rusia plantó su bandera en el lecho marino ártico como gesto de poder. Ahora, con el Jiaolong, China muestra que la ciencia también puede ser utilizada como un instrumento de influencia en un escenario de creciente competencia internacional.

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