Para aquellas que estén planeando su primer viaje solas, o que todavía lo estén pensando por todos los miedos que esto trae al principio, cinco viajeras cuentan sus experiencias, consejos y recomendaciones, para que todas se animen a hacerlo.
Miedos y desafíos
La bloguera Tanu García (@tanugarcia), que se mudó hace ocho años a vivir sola a la Ciudad de México, aconseja una serie de cuestiones para tener en cuenta:
- Abrir bien los ojos. Cada vez que llego a un nuevo país, hago eso: literalmente, abro bien los ojos. Pongo toda mi atención en ese momento: en cuidar mis pertenencias, en tratar de entender las indicaciones de un aeropuerto, de seguir las instrucciones que tengo para llegar al hotel, entre otras.
- Hacer todo lentamente, y tener el doble de tiempo que una persona que vive en el lugar. Si no sé cómo funcionan las cosas, tengo que tener tiempo para poder resolverlas. Entonces, me doy ese tiempo para poder hacer las cosas con calma y pensando sin estresarme.
- No tener vergüenza de pedir ayuda. No sé por qué, pero alguna vez me encontré en la otra punta del mundo, perdida, y al lado mío alguien me dijo ¿Puedo ayudarte? ¡Y era de Córdoba, Argentina! (De dónde soy yo). Eso significa que no hay que dudar en pedir ayuda.
Elegir a quién pedirle ayuda: siempre intento pedir ayuda a alguien uniformado. Ya sea policía, o simplemente alguien que está representando a alguna empresa.
- De más está decir que hoy en día: llevar el celular con el GPS activado y tener indicaciones previamente apuntadas, como nombre de calles, del hotel y puntos cercanos al hotel.
- Informarse ANTES de viajar. Yo siempre leo blogs, esos que te cuentan experiencias personales. Muchas veces, esos consejos, nos van a adelantar pequeños detalles de nuestro próximo viaje.
- Perder el miedo. No hay que dejar de viajar, por miedo a hacerlo sola.
Romina López (@romiporelmundo) empezó a viajar sola hace muchos años básicamente por necesidad: quería conocer destinos que nadie tenía el tiempo, la plata o las ganas de ir.
«Llegó un momento en que dije no voy a dejar de conocer lugares porque los demás no tienen ganas o no pueden. Mi primer viaje sola fue a China, Qatar e India. Habré estado 42 días entre los tres lugares. Para mí fue buenísimo y a partir de ahí me dieron ganas de viajar más sola. No es que no este bueno viajar acompañada, es una forma de viajar distinta que toda persona debería hacer alguna vez en la vida», cuenta a Intriper.
Como primer lugar para hacer un viaje sola, recomienda Europa, que en general es bastante seguro, Japón y Estados Unidos. «Viajé sola a Jornadia y pesar de ser un país árabe me sentí bastante segura. Siempre y cuando uno tenga en cuenta cuáles son los estándares y qué puede y qué no hacer», aconseja.
«Si estás sola a partir de determinada hora hay que respetar mucho más la cultura local estando sola que acompañada».
Respecto a los miedos más comunes sobre lo que viajar sin compañía representa, recuerda que al principio tuvo miedo de sentirse sola, de extrañar o estar triste y de dejar de hacer cosas por estar sola. «La verdad que no solo no pasó eso, sino que gracias a estar sola pude abrirme a conocer mucha gente, si viajas sola te ves forzada a interactuar con otras personas y te sirve para conocer más gente. Es muy bueno para hacerse amigos, especialmente si vas a hostels», desmiente Romi.
En este sentido agrega que el miedo a estar solo se puede capitalizar como «algo muy bueno» porque tenes más posibilidades de conocer a otras personas y gente local. «Si estas solo, tenes más necesidad de curiosear, preguntar, charlar más. Te enfrentas a situaciones que tenes que resolver solo. Eso te ayuda a conocer más gente y conocerte a vos mismo, saber hasta dónde llegas y qué tan capaz sos de decir ‘pude hacer esto y resolver esto solo'».
Por primera vez
Pamela Boldrini (@meapasionaviajar) señala que su primer viaje sola fue en mayo de 2018 al Sudeste asiático, básicamente, atraída por el paraíso de playas de Tailandia. «Nunca me imaginé todo lo que viviría, fue sin duda, un sueño hecho realidad. Tomar la decisión de viajar sola me costó, los miedos me invadían, las preguntan se apoderaron de mí, mi familia y amigos me alertaban que no debía hacerlo, que era peligroso, que lo pensara mejor», recuerda.
Por suerte, no cambió de opinión y se fue igual. Durante el viaje vivió experiencias que nunca se hubiese imaginado, cosas malas y otras que la hicieron muy feliz, decisivas para que hoy quiera volver a hacer más viajes sola.
«Fue la primera vez que me quedaba en un cuarto mixto en un hostel; debía entender acentos de inglés que variaban según el país al que llegaba; me perdí en Malasia y un señor me ayudó en mi travesía hasta dejarme en mi destino; casi me roban en Cambodia porque caminé por una calle oscura; cuando viaje a Bali, mi maleta no llegó y tuve que hacer todo el papeleo de reporte de extravío y andar 2 días sin ropa, entre muchas cosas más que me pasaron», recuerda Pame.
Pero además, conoció personas maravillosas en todo el viaje. «Viajé sola pero nunca estuve realmente sola, conocí gente en los hostels, tours, aeropuertos, que hasta el día de hoy son mis amigos. En algunos momentos sentí que empezaba a desesperarme o a tener miedo, y de pronto pasaba algo que me hacía olvidar eso, y nuevamente me sentía a gusto y feliz. Algo que amé mucho fue la libertad de tomar decisiones sin depender de nadie, esos actos te hacen más responsable, sentí que ese empoderamiento me hizo madurar cada vez más», relata esta viajera peruana que conoció ya más de 66 ciudades en todo el mundo.
Con una compañera de viaje
Agustina y Rocío se conocían hace más de 10 años. Si bien no eran muy amigas, si no más bien conocidas (Ro era amiga de una prima de Agus), terminaron siendo perfectas compañeras de viaje. Después de unas cortas vacaciones en el Sudeste asiático, donde todo estuvo planeado día por día, ambas hicieron el click: se dieron cuenta de que había mucha gente que viajaba por tiempo indeterminado haciendo voluntariados o trabajando como nómada digital.
La vuelta a Buenos Aires fue difícil. Ninguna de las dos se hallaba en la rutina y les sonaba cada vez más fuerte la idea de irse sin pasaje de vuelta. En dos meses vendieron todo, sacaron pasaje a Barcelona y se emprendieron en una aventura que duró 432 días.
«Estuvimos los 14 meses juntas recorriendo 30 países, salvo un mes que a mi me salió un voluntario en Budapest y Ro en Portugal», cuenta Agustina, que a su vez resalta: «No es lo mismo ser buenas amigas que buenas compañeras de viaje».
La aclaración es válida, ya que si alguien no se anima a emprender un viaje sola, tampoco necesita buscar a su amiga de toda la vida para poder hacerlo. La clave está en respetarse y escucharse. Así lo explican en uno de sus posts compartidos en su cuenta de Instagram, The Viaje.
Respecto a los miedos más comunes, que muchas veces incluyen desde un «¿dónde voy a dormir?» a un «¿y si dejo todo y después me arrepiento?» o el clásico «¿y si no me alcanza la plata?», las chicas cuentan que son miedos lógicos basados en nuestra necesidad de seguridad y estructura, que a lo largo de un viaje de ida se van relajando hasta, con suerte, desaparecer.
«Si un año y medio atrás nos hubiesen dicho que íbamos a recorrer Europa, África, Medio Oriente y Asia durante 400 días, tampoco lo hubiésemos creído. La única forma de hacerlos desaparecer es enfrentándote a ellos. Una vez ahí, te vas a dar cuenta que todas esas preocupaciones y dudas solo eran fantasías que creamos a la distancia. Que no hace falta tener un plan, mientras tengas infinitas ganas de explorar, crecer y aprender», cuentan en otro de sus posts.
Ya en Buenos Aires, viéndolo en perspectiva, Agus asegura que lograron un cambio de vida personal y profesional.«Desarrollas mucho tu capacidad de adaptación, valoras mucho más lo que tenías en tu casa que en otro lugar del mundo son lujos, mejoras tus habilidades para socializar y te desenvolves mejor», explica. Además, destaca, el viaje las ayudó a derribar prejuicios culturales y estereotipos sobre lugares.