Mi vuelo desde Lisboa llegó a las 10 de la mañana y después de dejar mis cosas en el hostel, tenía el día entero para conocer Valencia. O por lo menos para intentarlo, ya que conocer una ciudad en un solo día es una misión imposible, y cualquiera que lo haya intentado sabe lo complicado y estresante que puede llegar a ser.
Comencé por el Centro Histórico, ya que justo en esos días eran las fallas y todos los días lanzaban una gran cantidad de petardos frente al Ayuntamiento. Este evento es conocido como la Mascletà y es algo único: no sólo por el ruido de los estruendos, sino también por la cantidad de gente que se reúne y que lo celebra como algo muy especial.
De allí me dirigí a la Catedral y subí al Miguelete, que tiene una vista panorámica de toda la ciudad. Tienen entrada separada, por lo que se puede acceder solamente a éste, sin necesidad de visitar la Catedral.
La Plaza de la Virgen es otro punto por el cual seguro vayan a pasar y que merece una visita, por las construcciones que la rodean, con el Miguelete de fondo generando una vista muy pintoresca.
Luego atravesé los Jardines del Real, y fui bajando por la Avenida Blasco Iñiguez, pasando por las universidades de Valencia hasta llegar al Estadio de Mestalla. No ingresé, pero al menos quería verlo por fuera, aunque si hubiera jugado el Valencia ese día, compraba entradas sin pensarlo.
Seguí hasta el Jardín del Turia y pasé por varios lugares que son imperdibles. Primero crucé el Puente de las Flores que además de tener un gran cuidado, es un concepto maravilloso. Me deslumbré con el Palacio de la Música de Valencia, hasta llegar al Parque Gulliver, al cual tuve que ingresar porque no podía creer lo que estaba viendo.
Es un parque de juegos con una estructura montada en el piso del personaje Gulliver (de unos 70 metros de largo), que se encuentra atado de manos y pies al piso, y que tiene distintos juegos para niños por todo su cuerpo.
Su visita está restringida a una cantidad de personas a la vez y además de mantenerse en perfectas condiciones, es único en materia de parques de juegos.
La última parada era la más esperada: la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Lo primero que se deja ver es el Palacio de las Artes Reina Sofía (Ópera de Valencia), que con su diseño futurista atrapó mi atención por un buen rato.
Bastante impresionado caminé un poco más y al cruzar el Puente del Monteolivete me quedé sin palabras por la imagen de la Ciudad de las Artes y las Ciencias.
El complejo está compuesto por: L’Hemisferic (sala de proyecciones 3D), el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, L’Umbracle (paseo cubierto por arcos flotantes), L’Oceanogràfic (acuario más grande de Europa), el ya mencionado Palacio de las Artes Reina Sofía, el Puente de l’Assut de l’Or (obra de Santiago Calatrava) y el Ágora (una plaza cubierta).
Todos estos edificios dan vida a este complejo único en Europa y el Mundo, que no sólo es valioso arquitectónicamente, sino que allí se brindan gran cantidad de actividades culturales para toda la ciudad.
Ya de noche, regresando al hostel caminaba por la Ciutat Vella, distrito que alberga el casco histórico, y llegué al Mercado Colón, un emblemático edificio modernista convertido a centro comercial. Otro plan similar podría ser el Mercado Central, el cual no pude visitar ya que su horario de cierre es a las 15:00. ¡Tú eliges!