En un periodo de incertidumbre mundial por la crisis climática, un zoológico de Medellín fue transformado en un centro para la conservación de la biodiversidad, un pulmón verde en el corazón de la ciudad que alberga a centenares de especies en hábitats que simulan a los naturales.
El antiguo zoológico Santa Fe, conocido hoy como el Parque de la Conservación, dejó de ser un lugar de exhibición de animales para ocuparse de proteger al medio ambiente con la rehabilitación, reproducción, liberación y monitoreo de especies nativas, la mayoría rescatadas del tráfico ilegal por autoridades ambientales colombianas.
Este centro, considerado uno de los espacios más arborizados de la ciudad, tiene en sus más de cuatro hectáreas especies nativas y endémicas como el paujil de pico azul (Crax alberti), el cóndor de los Andes (Vultur gryphus), el tití gris (Saguinus leucopus), la guacamaya verde limón (Ara ambiguus), y el mono aullador rojo (Alouatta seniculus). Además alberga especies que son originarias de África, Oceanía y Asia, entre ellos una leona, una cebra, avestruces, flamencos y antílopes.
El paso definitivo hacia un nuevo mundo verde
Convencidos de que los zoológicos en el mundo están en un periodo de «evolución o desaparición», los directivos de este espacio lleno de vegetación, caídas de agua y rocas, optaron por una «apuesta atrevida» al presentarle a la comunidad una propuesta distinta, no basada en el espectáculo sino en la educación, la conservación y la investigación.
«El cambio ha sido bastante grande, pero el público muy rápidamente entendió que este es un lugar donde el animal se puede esconder y no dejarse ver si no quiere porque tiene ese derecho», explicó el biólogo Jorge Aubad, director del Parque de la Conservación, en diálogo con EFE.
Las autoridades lideraron la transición hacia este centro para la conservación de la biodiversidad con el foco puesto en desarrollar acciones para la protección de la fauna silvestre nativa y restauración de los ecosistemas. Dentro del área clínica, por ejemplo, actualmente se recuperan de laceraciones una tortuga hicotea, un loro amazona amazónica con una mutación (xantismo), glaucoma y enfermedad degenerativa articular, y dos flamencos, uno con una herida en una pata, y el otro, un polluelo tratado por enfermedad metabólica ósea.
Aubad, líder de un sitio comprometido con el bienestar animal y la conservación de la vida silvestre, atendido por un equipo de 90 personas, indicó que el antiguo zoológico funciona también como un «museo vivo» y un centro de ciencia, reconocido por el Ministerio de Cultura en la categoría de bioespacio, lo que les permite trabajar en formación de público para la protección del medio ambiente.
«En esta transición ha sido muy importante que los niños se han apropiado de su fauna. Somos uno de los países más diversos del mundo», subrayó el director del parque, quien también valora el hecho de poder hablarle a los visitantes de «las más de 50 especies de primates que tenemos o del oso de anteojos, del puma y del jaguar».