Definitivamente viajar es una de las mejores experiencias que podemos tener en la vida, pero muchas veces no nos damos cuenta todo lo que esto implica y todo lo que nos enriquece. Por eso, aquí te cuento, por qué viajar nos ayuda a vivir nuestras vidas al máximo.
1. Viajar te permite explorar muchas pasiones a la vez
Cuando viajas, es infinitamente más fácil ahondar en una multitud de actividades diferentes dentro del lapso de un solo día. Tienes tiempo para surfear en la mañana y después tomar una clase de salsa a la tarde. Puedes escribir poemas antes del amanecer y a la mañana hacer una caminata por la montaña. Puedes catar vino toda la noche con un sommelier y después despertarte bien temprano para ir a apreciar la arquitectura del lugar.
Explorar diferentes partes del mundo hace que sea más fácil explorar simultáneamente diferentes pasiones e intereses. Tu tiempo, tu mundo y las posibilidades que tienes delante se expanden. Quizás lo mejor de todo es que el viaje te ayuda a darse cuenta de que no tienes que limitarte a una sola pasión, puedes tenerlas todas.
2. Viajar enseña la importancia de la quietud
Es difícil sentirse satisfecho en la vida si siempre estás corriendo a través de ella. Viajar enseña a frenar lo suficiente para observar la belleza y el caos que te rodea.
En un ambiente familiar, es fácil seguir día tras día, sin detenerse a reflexionar o disfrutar en el momento. Pero cuando uno viaja, se ve obligado a valorar los momentos tranquilos para procesar todo lo que ha experimentado. Cuando viajas, te sientes obligado a frenar para apreciar todo a tu alrededor, mientras aprecias la belleza de no hacer nada.
3. Viajar te hace sentirte vivo
Viajar te acerca a lo desconocido, y al estar cara a cara con algo que no conoces inevitablemente se despierta la curiosidad, el miedo y la emoción. Una combinación explosivamente fantástica, que una vez que se exerimenta es inevitable seguir buscándola.
Ya sea que esté besando a un extraño en Belice, escalando en los Andes o degustando auténtica pizza italiana por primera vez en Nápoles, el viaje le trae nuevas experiencias que despiertan tu alma y te muestran lo que significa ser totalmente humano.
4. Viajar te enseña que la felicidad es posible en cualquier lugar y en todas partes
Cuando viajas e interactúas con las diferentes personas que encuentras, comienzas a ver surgir un tema común: en cada rincón del mundo, bajo todas las circunstancias posibles, hay personas que viven felices. Verás gente alegre dondequiera que estés – en una favela en Brasil, una comunidad agrícola en el norte de Kansas, un distrito atestado de Shanghai.
Y empezarás a verlo en ti mismo, también. Cuanto más tiempo pases en diferentes lugares, más te das cuenta de que tu felicidad no depende de dónde estás ni de cómo se ve tu entorno. Viajar a lugares que ofrecen diferentes definiciones de privación y lujo te enseña que tienes el poder de cultivar la felicidad donde quiera que estés.
5. Viajar te muestra que hay más de una manera de vivir
Viajar te catapulta desde tu cómoda red de familiaridad hacia un vasto planeta de posibilidades. Observar cómo la gente vive en Noruega, Kenia, Nueva Zelanda. Sobre todo, que no hay una manera «correcta» de hacer nada.
Como dice el viejo adagio, hay tantas maneras de vivir como hay gente en el mundo. Cuando viajas, poco a poco aprendes que cada estilo de vida tiene sus propios méritos y desafíos. Y aprendes que no tiene que aceptar la forma en que creciste como la única manera de vivir, puedes adoptar nuevas actitudes y combinar diferentes valores para crear su propio estilo único.
6. Viajar te ayuda a conocerte profundamente
Es imposible no aprender sobre ti mismo cuando viajas. Cuando te enfrentas a dificultades y obstáculos, y todos tus hábitos, preferencias, inseguridades e idiosincrasias salen a flote.
Esperar un vuelo retrasado rápidamente revelará tu paciencia -o la falta de ella-. Pasear por América Central con tu mejor amigo te enseñará qué cualidades aprecias en la otra persona y que no puedes soportar después de 72 horas de «vínculo» ininterrumpidos. En lo que elijas gastar tu dinero te ayudará a entender lo que valoras.
7. Viajar convierte lo mundano en novela
Los viajes transforman, incluso las experiencias más básicas -como ir al banco o pedir una copa en un bar-, en mini aventuras emocionantes.
Cuando estás en un ambiente familiar, es normal seguir la misma rutina todos los días, sin hacer una pausa para hacer preguntas o alabar o apreciar la forma en que algo funciona. Pero cuando estás pensando en cómo utilizar un baño de alta tecnología en Tokio o vagando en una farmacia francesa para comprar limpiador facial, tus ojos están abiertos a las pequeñas cosas y la belleza de la vida cotidiana.
8. Viajar te da la oportunidad de crear vínculos profundos con los demás
Debido a que las experiencias de viaje tienden a ser efímeras, hay un mayor sentido de urgencia y la voluntad de conocer a las personas que se encuentran en el camino de una manera más profunda, más honesta. Cuando sabes que tu curso de alemán sólo dura tres meses, o que estás en Eslovenia sólo para el fin de semana, se hace más fácil acercarte a personas con más curiosidad, apertura de mente y vulnerabilidad que con las personas a las que te encuentras en tu rutina diaria.
Esas conexiones, aunque sean fugaces, tienen un significado especial estando tan lejos de casa. Y una vez que vuelvas a casa, ese significado especial nunca desaparece.
9. Viajar te da la confianza para estar solo y disfrutarlo
Incluso si no has viajado solo, probablemente has tenido algún momento durante tus viajes en el que estuviste solo y totalmente en paz. Tal vez son los 40 minutos que pasaste en una pequeña cafetería romana antes de que tu tren saliera, o las tres horas libres que tenías todos los días en Francia entre las clases de francés, o incluso los breves momentos antes de que tu mejor amigo se despertara en la litera del hostal.
10.Viajar ayuda a romper estereotipos y a ampliar tu mente
A menos que estés súper enfocado en resaltar los defectos de un lugar o criticar a otro país por todas las cosas que tiene diferente al tuyo, es imposible viajar y no sentir como tu perspectiva va cambiando a medida que aprendes más sobre el lugar «extranjero» en el que estás.
Podría ser la simple observación de darte cuenta que la mayoría de los franceses no son groseros o darte cuenta que hay grandes áreas metropolitanas, llenas de cultura vibrante, en África. Tus revelaciones, aunque sean menores o trascendentales, ayudan a dar forma y expandir tu cosmovisión.
11. Viajar te muestra cómo cada situación puede ser una experiencia enriquecedora
Cada viaje puede enseñarte algo, si dejas que sea así. Las lecciones pueden ser sencillas, como aprender a apreciar la limpieza y la belleza (que se da por sentado en casa) después de pasar una semana en algún lugar que parece tener toneladas de basura.
O las lecciones pueden ser más complejas: podrías ir en un viaje de negocios a Suecia y descubrir una nueva técnica empresarial que funcionaría en tu trabajo. O tal vez cada uno de tus transbordos de barco en barco se retrasa cuando estás paseando por las islas de Grecia, pero en lugar de enojarte con la constante tardanza, aprendes a relajarte. Aprendes cómo manejar a otras personas, otras culturas, otras experiencias, pero sobre todo, aprendes a manejarte a ti mismo.
12. Viajar te ayuda a descubrir lo que amas hacer
Navegando en la costa de Croacia, tomando una clase de cómo hacer chocolate en Perú, caminando por las secoyas en el norte de California, estudiando portugués en Brasil -este tipo de experiencias te harán darte cuenta que te gusta hacer, que disfrutas y cómo quieres gastar tu tiempo.
Viajar permite experimentar todo tipo de estilos de vida, diferentes actividades, cocinas y climas. Por lo que es a manera perfecta de determinar qué es exactamente lo que hace que te emociones. Y una vez que descubres eso, las posibilidades son infinitas.