Decir “Barcelona” puede ser el elemento que lance una serie de fantasías de viajes y descubrimiento. Esta ciudad evoca cultura, sol, diseño y arquitectura. Y sin embargo, no es lo único que se puede encontrar en un viaje por la costa mediterránea catalana.
Inmediatamente después de atravesar la frontera francesa, toda la zona de Girona y la Costa Brava pueden convertirse en un auténtico placer (sin importar la época del año en que se visiten, pero siendo en verano una verdadera joya para descansar y disfrutar).
La Costa Brava es una especie de camino que puede recorrerse en modo “road trip”, de cara al mar y presentando la mejor cara de la costa mediterránea ibérica. Es uno de esos rincones en Europa que permite a las personas disfrutar de un agua tibia y turquesa sin tener que atravesar el mundo. Para los amantes de los tórridos veranos al sol, en que se pueden pasar horas bronceándose, bañarse en aguas cálidas y a la vez recorrer hermosos paisajes, es una opción incluso ecológica para quienes viven en Europa. La cercanía de esta costa y su buen sistema carretero y de transporte aéreo y ferroviario la convierten en una alternativa viable, accesible y diversa.
Punto de partida: Girona
Todo viaje de descubrimiento debe tener un punto de partida. Para recorrer la Costa Brava un buen inicio es la ciudad de Girona. Esta ciudad es como una sorpresa en capas que permite apreciar la historia de la región simplemente recorriendo sus calles. Desde la catedral gótica, pasando por los baños árabes y el monasterio románico, esta ciudad no es muy grande pero ofrece muchas sorpresas a los amantes de la historia.
Además, es en Girona en que se encuentra el Aeropuerto Girona Costa Brava y si se llega por tren, es la estación que tendrá conexión con los trenes que vienen del resto de Europa. De ahí, una excelente idea es recorrer la Costa Brava bordeando desde el sur. Para quienes viajan desde Francia, evidentemente lo ideal es tomar el recorrido inverso y descender desde la parte norte, pegada a la frontera y finalizar su recorrido en el sur de la Costa Brava.
Mar y montaña
Si hay algo que distingue a la Costa Brava además de lo azul de sus aguas es el contraste que se forma con el bosque montañoso que se encuentra tan cerca de la costa. Esta característica tan particular se manifiesta incluso en la gastronomía local, que integra productos de tierra adentro como embutidos y hortalizas (incluso cereales, como el reputado arroz de Pau) con pescados y mariscos ofrecidos por el mar.
Esta configuración también es lo que permite que uno pueda diseñar un tiempo en la Costa Brava sin pasar todo el tiempo a la orilla del mar. Las caminatas en la montaña, el recorrer ciudades medievales… todo ello está ahí de forma que se crea un auténtico equilibrio y la zona se convierte en una ruta mucho más disfrutable. Ello no quiere decir que no vayamos a querer pasar mucho tiempo en las playas, pues hay un poco para cada gusto en esta costa.
Puntos en la costa
Hay muchísimos pequeños pueblos y ciudades encantadoras que bordean toda la costa, algunos de los que pueden constituir una especie de itinerario base son los siguientes:
- Tossa con su castillo de vista al mar.
- Platja D’Aro, una pequeña ciudad construida para el turismo, con una playa de arena gruesa maravillosa y diversas rutas para la caminata a campo traviesa.
- Los pueblos en torno al Cap de Begur (que se considera el núcleo de la Costa Brava). Las famosas “calas” (pequeñas bahías muy características de la zona) de agua azul intenso bordeadas de pueblecitos medievales se encuentran concentradas alrededor de este cabo.
- Las Islas Medas, sobre todo para quienes sean fans del buceo.
- Las Ruïnes de Empúries, un sitio histórico romano maravilloso y muy cerca de más hermosas playas rodeadas de bosques de coníferas. Un espectáculo de belleza pura.
- Roses y la marina de Empuriabrava. Más calas con encanto y una ciudad turística construida para el disfrute de los deportes náuticos. Otra muestra más de que en la Costa Brava hay un poco de todo.
- El Cap de Creus. La playa de la infancia de muchas personas que viven en la zona urbana de Barcelona. Las calas de este cabo son hermosas y tienen playas ideales para el disfrute con niños pequeños.
- La ruta se puede hacer en unos días o tomar un mes entero. Hay restaurantes típicos, eventos culturales y conciertos (sobre todo en verano) y muchas actividades planeadas para los amantes de los deportes de aventura.
Para muchos puede resultar una zona demasiado turística, pero en realidad es una región que ha sabido guardar su encanto con pequeños pueblos pesqueros, ciudades históricas y playas naturales. Al visitar Cataluña, es una idea excelente distraer un tiempo y recorrer este hermosísimo corredor de playa. La Costa Brava representa sin duda, una experiencia inolvidable con su aroma de mar y el verde de sus montañas.