De todas las rutas a recorrer en Chile, la Carretera Austral es ciertamente una de las más impresionantes pero también de las más pasadas por alto. Ella conforma la entrada a la Patagonia chilena, territorio de gauchos, guanacos y glaciares, un camino de 1240 kms de largo que bien podría ser un país completamente distinto, puesto que al bajar del transbordador que conecta a la ciudad de Puerto Montt con Caleta La Arena, te das cuenta de que todo lo que creías saber de Chile, su cultura y su geografía se quedó en “el norte”.
Era finales de marzo cuando iniciaba mi recorrido por la Carretera y aunque a estas alturas ya me creía una experta del mochileo tras llevar 3 meses recorriendo a dedo el país más largo del mundo, la verdad es que son muchas las cosas que me hubiese gustado saber antes de emprender este tramo de la aventura y a continuación las comparto contigo.
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1. Cuando te dicen que el clima es cambiante, es muy en serio
No había una sola nube en el cielo de La Junta la tarde en la que mi compañero y yo nos paramos en la carretera a hacer dedo esperando llegar a Puerto Cisnes, un pueblito a 130 km de distancia. Una camioneta para y el chófer nos invita a montarnos en el cajón, cosa que nos emocionó un montón puesto que qué mejor perspectiva del paisaje que la que te da ese asiento. El caso es que la emoción no duró mucho porque a menos de 40 minutos de recorrido el cielo se nubló, la temperatura bajó drásticamente y pronto comenzó una lluvia que nos seguiría hasta destino y no pararía por los siguientes dos días.
Si bien elegí esta tengo muchas más anécdotas similares, incluso una con una nevada que nos atacó de madrugada como protagonista, pero para qué extenderme si la lección es clara: en la Patagonia chilena los pronósticos del tiempo son más bien un juego de azar y aunque la ley de las probabilidades les permite acertar de vez en cuando, tienden a ser poco más que una pequeña referencia dado que la región se caracteriza por su variedad de microclimas y alturas, por lo que fácilmente puedes llegar a sentir las 4 estaciones en cuestión de un solo día y sin siquiera moverte del sitio en donde estás parado.
2. No es lo mismo 100 km en la Carretera Austral que 100 km en cualquier otro lado
Aún hoy la Carretera Austral se encuentra en permanente construcción, lo que significa que varios tramos tienen que ser recorridos por transbordadores, es casi toda de ripio con solo algunas partes asfaltadas y el clima obliga a que esté en constante mantención. Si a esto le sumamos que, por las características topográficas de la zona abundan las curvas, los barrancos, los hoyos y las rutas estrechas que obligan a manejar con extrema precaución, el cálculo de kilómetros recorridos por hora varía considerablemente con respecto a lo que podrías estar acostumbrado y llega a ser incluso el doble de lo que esperarías, siendo que en la mayoría de sus tramos se aconseja a los conductores no sobrepasar los 40 o 50kms. por hora.
3. La calidad de tu equipamiento realmente importa
Fue la carpa Vango Mirage 200 de mi compañero la que nos salvó de despertar aplastados por la nieve una madrugada en la Reserva Cerro Castillo y nos protegió de varias noches de lluvia torrencial. Fue también la alta calidad de nuestros sacos, en mi caso un North Face Dolomite 20/-7 y en el de mi compañero un Ferrino Nightec 600 lite lo que hizo que al menos pudiésemos dormir un poco aquellas noches en las que la temperatura bajó de cero y no me imagino lo incómoda que habría sido la travesía si no hubiese tenido conmigo unas buenas zapatillas de trekking a prueba de agua, barro y el extremo sur del mundo.
En un lugar que puede llegar a ser tan agreste y cambiante como la Patagonia chilena, un buen equipo pasa a ser más que una cuestión de comodidad y se convierte en un asunto de seguridad, así que no lo subestimes.
4. Elige bien la temporada
Así como en cualquier otro punto del hemisferio sur la temporada con mayor flujo de turistas es en el verano, especialmente en enero y febrero, lo que significa que los precios aumentan, los pasajes se agotan y, si quieres hacer autoestop, te toca colocarte en la fila de mochileros que adornan el paisaje.
De por sí, el elegir esta temporada ni siquiera garantiza que te toque buen clima, puesto que según las impresiones recogidas por los mismos lugareños el cambio climático se ha hecho presente con fuerza en esta zona y las estaciones se han vuelto cada vez más impredecibles. En nuestro caso, a principios de otoño nos tocó al menos tres semanas de sol y relativamente poca lluvia antes de una repentina ola de frío, con noches en las que llegaba a escarchar luego que en el día la temperatura se asomase hasta los 20 grados.
Por su parte, la temporada de invierno puede ser más extrema de lo que muchos estamos acostumbrados con lluvias y nevadas potentes, temperaturas bajo cero y derrumbes en la vía, por nombrar tan solo algunas cosas, así que si es esta tu fecha elegida, procura informarte bien y al menos saber a lo que te enfrentas.
Eso sí, si bien el paisaje será increíble la época que vayas y varias de las zonas son de bosque siempre verde, no puedo pensar en algo más impresionante que ver cambiar los colores del otoño y los cerros tapizados en naranjas, amarillos y cobres a medida que avanzas y te vas internando más al sur.
5. Prepárate para salirte del presupuesto
Incluso en temporada baja hay cosas que simplemente no cambian y una de las más significativas es que los precios son mucho más altos de lo que podrían ser en el resto de Chile.
Hay que darle gracias al centralismo y la poca conectividad por los altísimos precios de la comida, en especial frutas y verduras. Así mismo, aunque los pasajes en algunos tramos están subvencionados y llegan a ser accesibles, la norma no es esta, así que no te sorprendas cuando te pidan US$10 para recorrer una distancia de 150 km luego de unos días antes haber pagado apenas US$3 para avanzar más de 200 km.
6. Los planes cambian, así que permitítelo
El clima, las distancias, los precios y todas esas cosas que he nombrado hasta ahora harán que salgan imprevistos en la ruta. Si a esto le sumas que de algunos pueblos sólo sale locomoción un par de veces por semana a horarios muy específicos y poco publicitados y que una vez que llegas allá descubres que son demasiados los lugares por ver, ten seguro entonces que tu itinerario de viajes no será cumplido a cabalidad, así que relájate un poco con la planificación.
Sí, es cierto que debes ser precavido y tener una idea de tu ruta es necesario para garantizar que disfrutes tu experiencia al máximo, pero una vez conocí a alguien cuyo itinerario consistía en una tabla de Excel en la que calculaba hasta el tiempo que se demoraría en ir de un lugar a otro, los horarios de cada comida y los litros de gasolina a gastar por recorrido y aunque no tengo idea en cómo habrá terminado su viaje, la experiencia me dice que es muy probable que sus planes no hayan salido tal cual como se los planteó.
7. La magia de la Patagonia está en que no se parece a nada que hayas visto antes
Al final, la lección más importante resulta siendo precisamente la razón por la que nos seguimos aventurando a este lugar: puede que las condiciones sean rudas y las cosas sean caras, que te toque estar varado dos días en un pueblo porque no sale ningún tipo de transporte, que los planes cambien abruptamente y que el tiempo corra a una velocidad distinta, pero nada de eso importa cuando miras a tu alrededor y los glaciares se asoman tras las nubes, ves un río de tres colores corriendo entre cerros y praderas, montañas con más cascadas de las que puedes contar y te descubres envuelto por la inmensidad avasalladora de la Patagonia, esa que te recuerda que no eres más que un diminuto ser humano, insignificante en el ciclo de vida de este lugar maravilloso, ese con el que montones de viajeros soñamos incluso después de haberlo visitado.
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