El continente helado de la Antártida ha sido testigo de un hito histórico en la aviación europea: el primer aterrizaje de un Boeing 787 Dreamliner. Este aterrizaje, realizado el día 16 de noviembre, marca un punto de inflexión en la exploración y accesibilidad a este vasto territorio, hasta ahora reservado para aviones de menor envergadura.
El vuelo N0787, operado por la compañía noruega de bajo costo Norse Atlantic, transportaba científicos y suministros esenciales a la estación de investigación de Troll, bajo la administración del Instituto Noruego de Investigación Polar, ubicada en la Tierra de la Reina Maud, en la Antártida oriental sobre el océano Antártico.
Este hito, celebrado por Norse Atlantic y Boeing, representa un avance significativo, permitiendo un acceso más amplio y cómodo para científicos y, potencialmente, para turistas. La llegada del Boeing 787 Dreamliner ofrece oportunidades sin precedentes en la exploración y estudio de este continente único.
«Nos sentimos increíblemente honrados de formar parte de este pedazo de la historia, que marca un hito muy especial para Norse. Queremos expresar nuestra más sincera gratitud al Instituto Noruego de Investigación Polar, que nos ha confiado esta importante misión», manifestaron Norse Atlantic y Boeing tras el exitoso aterrizaje.
El vuelo, con más de 40 horas de trayecto, partió de Oslo el 13 de noviembre, haciendo una escala en Ciudad del Cabo antes de su llegada a la Antártida. Aunque este logro es el primero de una compañía europea en la región, no es un récord mundial, ya que la aerolínea australiana Qantas ha utilizado previamente su flota 787 para realizar vuelos panorámicos y comerciales sobre este continente.
Este avance representa no solo un logro técnico en la aviación, sino también una oportunidad para expandir el conocimiento y la exploración en la Antártida. El Dreamliner, con su capacidad y comodidad, abre las puertas a un nuevo capítulo en la relación entre la humanidad y este vasto y misterioso territorio helado.
Este hito histórico plantea interrogantes sobre el futuro de la exploración antártica, y aunque los desafíos persisten, este aterrizaje marca el inicio de una nueva era de posibilidades en este continente único.
