Los amantes de las emociones fuertes tienen una cita ineludible en China para descubrir una de las atracciones más bizarras del país asiático: el Flying Kiss.
En China, todo se hace a lo grande, desde sus puentes de infarto hasta la creación de grandes megalópolis. Precisamente en las montañas de Wulong Baima, en el municipio de Chongqing, encontramos esta atracción que dejará al viajero sin palabras.
Flying Kiss es una experiencia no apta para quienes sufren de vértigo. Compuesta por dos estructuras que simulan dos amantes, un príncipe azul y una ninfa o mujer hada, cada una tiene un pequeño mirador o isla voladora situada en uno de los brazos de las figuras.
Durante el recorrido, estas estructuras giran sobre sí mismas y ganan altura hasta que los amantes consiguen rozar sus cuerpos y ambas cabinas quedan situadas a pocos metros de distancia.
El radio de giro del brazo es de 40 metros, la inclinación llega a los 57 grados y alcanza una altura de 55 metros, lo que ofrece una vista impresionante sobre un profundo acantilado en el Parque Nacional Wulong.
Cada isla voladora tiene capacidad para 60 personas y el precio del billete es de unos 16 euros. Durante la ascensión, se recomienda que el público permanezca sentado, pero una vez en lo alto, los visitantes pueden ponerse de pie y explorar libremente la cabina para tomar fotos desde todos los ángulos.
Aunque se ha convertido en un fenómeno viral, ‘Flying Kiss’ ha generado cierta controversia, incluso siendo calificada como la estructura más fea de China según algunas votaciones. Sin embargo, para los aventureros y amantes de las vistas panorámicas, esta atracción única es una experiencia inolvidable.
China nunca deja de sorprender, y el Flying Kiss es solo un ejemplo de las maravillas que este país tiene para ofrecer a los viajeros intrépidos y curiosos.
