En un movimiento que marca un hito en la industria de la moda, la Cámara Baja del Parlamento francés aprobó un proyecto de ley que tiene como objetivo penalizar la «fast fashion«, con especial atención a gigantes del comercio como la empresa china Shein. Este proyecto tiene como objetivo mitigar el impacto medioambiental de la moda ultrarrápida.
El proyecto de ley propone un aumento gradual de las sanciones, llegando hasta los 10 euros (alrededor de US$ 11) por prenda individual para el año 2030, además de la prohibición de la publicidad de este tipo de productos. Aprobado por unanimidad en la Cámara Baja, el proyecto ahora se dirige al Senado para su aprobación final.
La «fast fashion«, caracterizada por la producción masiva y rápida de prendas a bajos precios, ha sido objeto de controversia en la industria. Empresas como Shein y Temu han desafiado las normas tradicionales de la moda, adaptándose ágilmente a las demandas del mercado. Sin embargo, este modelo ha generado preocupaciones debido a su impacto ambiental y social.
El proyecto de ley francés destaca cómo este cambio hacia una moda efímera ha influido en los hábitos de consumo, generando una constante necesidad de renovación que tiene graves consecuencias medioambientales, sociales y económicas.
Shein, una de las principales empresas en el centro de esta discusión, ha defendido su modelo de negocio argumentando que satisface una demanda existente y minimiza el desperdicio en comparación con las empresas tradicionales. Sin embargo, críticos del proyecto de ley temen que pueda afectar negativamente el poder adquisitivo de los consumidores.
El proyecto de ley surge en un momento en que Francia busca abordar el problema creciente de los desechos textiles. Además de esta iniciativa legislativa, el país ha lanzado planes para promover la reparación de prendas usadas, con el objetivo de reducir la cantidad de ropa enviada a vertederos cada año.
Con la moda siendo una de las industrias más contaminantes del mundo, esta medida legislativa refleja un esfuerzo por parte de Francia para enfrentar el desafío ambiental que representa la «fast fashion» y avanzar hacia prácticas más sostenibles en el sector textil.