En 2018, el joven misionero estadounidense John Chau, de 26 años, murió atravesado por flechas cuando intentaba entrar en contacto con los sentineleses, una comunidad indígena que vive aislada en North Sentinel Island, en el océano Índico. Movido por un fervor evangélico y una sed de aventura que cultivó durante una década, Chau pretendía compartir el mensaje cristiano con este pueblo, protegido por una zona de exclusión que prohíbe cualquier acercamiento.
El documental “The Mission”, de los cineastas Amanda McBaine y Jesse Moss, explora la vida, las motivaciones y el contexto de esta travesía fatal. A través de entrevistas con amigos, familiares, especialistas, así como cartas, publicaciones y diarios del propio Chau, el filme traza un retrato complejo que va más allá de los titulares que simplificaron su historia.
La cinta enmarca la experiencia de Chau dentro de una reflexión sobre el colonialismo moderno, las fantasías occidentales sobre las culturas indígenas y la construcción de narrativas heroicas inspiradas en novelas de aventuras, cómics y literatura misionera. Para visualizar pasajes de su diario y cartas —incluida una enviada por su padre, que prefirió no aparecer frente a cámara—, los directores recurrieron a secuencias animadas dirigidas por Jason Carpenter.
Entre los testimonios se incluye el del lingüista y ex misionero Daniel Everett, quien abandonó su fe tras convivir con el pueblo pirahã en la Amazonía. Everett considera que Chau actuó de forma temeraria, pero también reconoce su valor, señalando que este tipo de mitologías pueden llevar a personas jóvenes a poner en riesgo su vida y la de comunidades que no desean contacto.
El escritor Adam Goodheart, autor de The Last Island, aporta contexto histórico sobre North Sentinel y su capacidad para cautivar la imaginación colectiva. Según Moss, la isla representa “una parte de nuestro yo premoderno”, un modo de vida en equilibrio con la naturaleza que el resto del mundo perdió hace tiempo.
“The Mission” no ofrece respuestas fáciles. Más bien, abre un espacio para el diálogo entre la fe y la razón, cuestionando si la entrega absoluta a una causa justifica ignorar las fronteras —físicas y culturales— que otros han decidido mantener intactas.
