Gran iniciativa: un grupo de estudiantes de arquitectura de interiores ha construido megáfonos gigantes de madera en lo más profundo de los bosques de Estonia, con el objetivo de escuchar el sonido de los árboles.
Estos dispositivos se asientan alineados en diferente direcciones esperando captar cualquier sonido a su alcance. Gracias a sus dimensiones, los artefactos son los suficientemente grandes como para que un espectador pueda adentrarse en su interior y hacer que todo el bosque escuche su mensaje. Increíble, ¿no?
Estos audífonos gigantes fueron creados por un grupo de estudiantes de la Academia Estonia de Arte, en el entorno natural de Pähni Nature Centre, cerca de la frontera con Letonia.
Su obra fue inspirada por Valdur Mikita, un hombre que declaró su intención de construir la primera «biblioteca en el bosque» del mundo. A partir de esa idea, los estudiantes se adentraron en la naturaleza para descubrir el verdadero significado de «leer en el bosque».
Sin embargo, su experimento se transformó en toda una pesadilla: al parecer, una abuela se había perdido en el lugar, por lo que los estudiantes pasaron el resto del seminario ayudando a la policía a buscar a la anciana perdida.
Este inusual incidente se convirtió en la inspiración que llevaría a sus alumnos a construir este proyecto tan original. Un estudiante llamado Birgit Õigus, reconocido como el autor de los megáfonos, trató de imaginar cómo sería leer los sonidos del bosque en lugar de palabras escritas en libros físicos.
De esta manera, la instalación acústica a gran escala no solo amplifica los sonidos del bosque, sino que también, si se grita en el extremo pequeño del megáfono, cualquier ser extraviado lo escuchará.
Además, los jóvenes trabajaron con ingenieros acústicos y expertos, que los ayudaron a elegir la ubicación y la dirección de los megáfonos para mejorar la captación de sonido.
Gran idea, ¿no?
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Esta pasarela en forma de espiral sobre las copas de los árboles en Dinamarca te ofrece vistas increíbles
A sólo una hora al sur de Copenhague, en un bosque llamado Gisselfeld Klosters Skove, una pasarela se eleva entre los árboles hasta una torre de observación de 45 metros de altura para brindar a los exploradores una vista panorámica.
Se compone de una rampa interna de 600 metros, que lleva a los visitantes desde el suelo del bosque, a través de las copas de los árboles y que culmina con un mirador de 360°.
La construcción, en forma de reloj de arena, se eleva en un exuberante bosque situado a una hora al sur de Copenhague, en Glisselfeld Kloster.
