Ámsterdam, la ciudad en la que nadie puede sentirse mal

Autor: 
Viv Lynch
Redactor
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Una ciudad que te recibe con los brazos abiertos y te invita a quedarte para que la vivas y la sientas como si fuera propia.

Un lugar alegre, con espíritu joven y amable, donde el contraste de siglos pasados y los humeantes coffee shops conviven dando lugar a una ciudad única e irremplazable.
La llamada «Venecia del norte», abre todo su corazón para que te sientas uno más mezclándote entre las diferentes etnias que encontrarás en la ciudad de los canales.
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Comenzamos el recorrido por la Plaza Dam, el corazón de Ámsterdam, vas a ver mucha gente por todos lados, palomas que se meten entre los pies de los turistas que intentan ver la Nueva Iglesia, el Palacio Real y el Obelisco, los edificios más importantes de la plaza.

Una ciudad que lleva al hombro miles de causas sociales, que se identifica con el ecologismo, el feminismo y el matrimonio homosexual. En Amsterdam te vas a sentir cómodo y libre seas quien seas y sin importar cómo eliges vivir tu vida.

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Vestite cómodo, un buen par de zapatillas te van a ayudar en tus días de caminata, porque sí, Amsterdam se camina señores, a todos lados vamos caminando y si te subís a algún transporte público no vas a tardar más de 5 minutos en llegar a tu destino final para darte cuenta que si lo hubieras caminado seguro hubiese sido más divertido.

Pensá que en cada callecita hay una postal hermosa para la foto, una baranda de un puente llena de bicicletas atadas, tiendas de ropa de todo tipo y muchos bares con terraza para descansar.

Pero te aseguro que lo mejor del camino es que cada dos cuadras vas a poder probar los mejores quesos del mundo entero, ya que en todas las queserías se apiadan de los turistas hambrientos y dejan pedacitos de muestras gratis para que nos tentemos, definitivamente si te gusta el queso ésta es tu ciudad.

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Estoy segura de que en un mismo día vas a sentir que estuviste en dos ciudades diferentes. Por la mañana temprano son infinitas las opciones culturales que vas a encontrar, El Museo Vincent Van Gogh, el Rijksmuseum, la Casa de Ana Frank, el Museo Rembrandt, el Museo Histórico de Ámsterdam, el Museo Van Loon y más de 50 museos que tiene en total la ciudad.

Seguimos la recorrida y nos damos una vuelta por el mercado de las Flores para comprar los souvenirs más lindos y pensar en cómo hacer para que nuestro jardín se parezca un poco más a uno holandés comprando las miles de plantas, flores y semillas que ahí se venden.

Un plan perfecto para continuar la tarde, si te gusta la cerveza, es visitar el Heineken Experience, una muestra interactiva dedicada a la marca y a su elaboración.
Y va cayendo el sol para llegar a Leidseplein, uno de los barrios más entretenidos, donde te das cuenta que la ciudad fue cambiando a lo largo del día para convertirse en especialista de la vida nocturna, bares, restaurantes, teatros y artistas callejeros por todos lados, imposible aburrirse.

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Probablemente a ésta altura del día ya estás un poco cansado pero no podés irte a dormir sin dar una vuelta por el barrio rojo. Si, existe, y está a la vista de todos, una experiencia nueva que sin dudas te va a sorprender para bien y no te preocupes ni tengas miedo porque la zona es muy segura y está llena de turistas.

Si todavía te queda algo de energía podes meterte en alguno de sus Coffee Shops donde curiosamente no se puede fumar tabaco y está prohibida la venta de alcohol. No sólo son para fumadores, ya que vas a encontrar también alguna clase de repostería «alegre». Y aunque no consumas nada de todo lo que venden igualmente vale la pena entrar, es algo distinto que seguramente no te vas a olvidar nunca.

Ya a ésta altura estas completamente enamorado de la ciudad, de su gente y de ese aire tan descontracturado que se respira. A veces pienso que estar en Amsterdam es como estar en una función de circo, dentro de una carpa llena de colores donde no sabés qué puede pasar y todo es alegría.

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Y al otro día seguimos paseando, una opción súper recomendable es dar un paseo en barco por sus canales y así ver las casas flotantes, sacar más fotos, alimentar a algún pato que éste nadando por ahí y descansar un poco de tanta caminata. Otra opción es conocer el barrio Spui, un lugar perfecto para sentarse a tomar un buen café junto a rica pastelería, leer un libro o simplemente disfrutar de la tranquilidad del barrio.

Si tenes un poco de tiempo de sobra no dudes ni un segundo en ir a ver los famosos molinos de viento, te recomiendo que lo hagas, tomate el tren a la estación Koog-Zaandij, son sólo 4 paradas y no más de 20 minutos.

Te aseguro que vas a sentir que viajaste en el tiempo, porque cuando salgas de la estación, camines un poco, atravieses el puente levadizo y veas de fondo los molinos pensarás que te teletransportaste al siglo XVII a un pueblo sacado del tiempo, encantador. Explorá todos los molinos que quieras y aprovechá para hacerte tu propio chocolate caliente o volvé a comer los quesos más ricos del mundo.

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¿Qué más puedo decir? Amsterdam es linda, es como la amiga que querés tener cerca para ir a visitarla de vez en cuando. Es como la ciudad en la que nadie puede sentirse mal, todo es alegría, color, buena onda y felicidad.

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