En lo alto de una montaña en el corazón del Ártico de una isla noruega, se esconde el futuro de la humanidad: allí se encuentra el Banco Mundial de Semillas de Svalbard, una despensa destinada a garantizar la supervivencia de las plantas más preciadas del mundo.
Desde su inauguración en 2008 el búnker cuenta con un total de 820.000 variedades de las semillas más importantes para el consumo humano.
Situado a 120 metros de profundidad y a una temperatura inferior a 18 grados centígrados, este búnker fue construido en el caso que el cambio climático destruya los polos, un meteorito caiga sobre la tierra, ocurra cualquiera tragedia o, incluso, suceda una pandemia como la que el mundo ahora atraviesa con el coronavirus.
También conocida como la Bóveda del Juicio Final, tiene una gran puerta de acero y un túnel para permitir que los carros lleven semillas. El edificio está formado por tres salas, pero sólo la cámara intermedio contiene las semillas, donde hay casi 1 millón de paquetes de semillas.
La bóveda está construida para resistir el paso del tiempo y a los desastres naturales o a los provocados por el hombre. Fue edificada allí por tratarse de uno de los territorios con menos actividad sísmica del mundo y porque, en caso de una tragedia, el frío permitiría conservar las plantas incluso sin electricidad.
De esta manera, se trata de una fortaleza impenetrable a la actividad volcánica y a la radiación, que cuenta con un enfriamiento adicional para reducir la temperatura a -18 ºC. En caso de un colapso energético, el útero de la montaña congelada protegería las semillas sólo con su temperatura ambiente, que nunca supera los 5 ºC.
Claro que el búnker no recibe visitantes. Sin embargo, los turistas suelen llegar hasta la entrada para tomarse una selfie con Perpetual Repercussion, la obra de arte del ingreso que se ha convertido en un ícono global.
El proyecto recibe anualmente 300.000 dólares procedentes del gobierno de Noruega y del Global Crop Diversity Trust, financiado por fundaciones privadas como la Fundación Bill & Melinda Gates.
Si bien existen otros bancos de semillas en distintos puntos del planeta, ninguno es tan seguro como el de Svalbard, tanto por el modo en el que está construido como por el lugar en el que se encuentra.
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