Después de haber explorado las increíbles tierras de Bagán, y haber conocido un grupo de nuevos compañeros de ruta (y con la suerte de ser vecinos: Oliver, de Perú, y Juli, de Colombia) emprendimos viaje hacia el pueblito de Kalaw.
Desde este pueblito es que se puede realizar uno de los trekking más interesantes de los que se pueden realizar en Myanmar. El camino desde Kalaw hacia el increíble Inle Lake.
Llegada a Kalaw
De Bagán a Kalaw viajamos por la noche en colectivo y llegamos a eso de las 4.30 am con un frío al que no estábamos todavía acostumbrados.
Nos esperaba en aquella oscura y fría madrugada un señor de ascendencia, creemos, hindú, para llevarnos a su guesthouse llamado Golden Lily (opción más conveniente acorde a precio-calidad). Dormiríamos algunas horas para ya por la mañana buscar una agencia con la cual poder realizar el trekking.
Kalaw es un pueblito pequeño y tranquilo, sin mucho para ver más que algún mercado y disfrutar del día a día de la gente del lugar, pero que sirve como punto inicial de esta aventura.
Después de caminar y preguntar en casi todas las agencias del lugar, nos decidimos por la opción de hacer la ruta más larga, de 3 días y 2 noches. Este paquete nos costó entre 10 y 12 dólares por día, e incluía desayuno, almuerzo y cena más hospedaje de cada día, el guía y el transporte de las mochilas grande directamente hacia el hospedaje en Inle Lake.
Adicionalmente hay que pagar una tasa turística de 10 dólares para visitar el lago.
La aventura hacia Inle Lake
Comenzábamos la travesía temprano en la mañana. Pero antes, conocimos al resto del grupo, dos chicos de Suiza y al guía que nos acompañaría por estos increíbles caminos.
Los dos primeros días fueron bastantes similares en cuanto al recorrido. Caminábamos durante la mañana unas cuantas horas hasta el mediodía, momento en el que llegábamos a alguna casa donde la gente local nos esperaba y nos recibía con los brazos abiertos, una sonrisa gigante y unas comidas riquísimas. Después de descansar un ratito, volvíamos al ruedo.
Otras tantas horas de atravesar paisajes hermosos, casi desolados, a excepción de aquellos kilómetros en los que cruzábamos alguna aldea o algún campo donde había gente trabajando, y experimentábamos lo más lindo de esta aventura, el contacto con ellos. Todos saludan, todos sonríen, todos tiene algo para convidarte.
La primer noche la pasamos en la casa de una familia, donde comimos y estuvimos fuera al lado de un fogón un rato largo, disfrutando de un cielo increíble. La segunda noche fue un poco más interesante aún, cenamos y dormimos en un monasterio budista. Una experiencia surrealista.
Llegada a Inle Lake
La mañana del tercer día se camina poco, y se llega a un pequeño puerto en el lago Inle donde se paga la tasa turística y se embarca para Nyaung Shwe, el pueblito que elegimos para hospedarnos. Después del almuerzo, nos despedimos de nuestro querido guía Saul y nos embarcamos para atravesar el lago.
En ese recorrido, se hacen paradas para conocer la aldea y los mercados artesanales que hay en el lago. Algo realmente tan hermoso como impresionante. Pudimos conocer como la gente trabajaba las telas, los hilos de flor de loto, la plata, el tabaco y la pesca.
En fin, para ir cerrando, una experiencia de las más lindas que me ha tocado experimentar al día de hoy. Quizás no fueron los paisajes más increíbles que vi, aunque sí muy hermosos, pero lo que quedará por siempre es que durante esos días se formó un grupo de gente hermosa, que sabe mucho de compartir y conocer y por sobre todo, de hacer más chico el infinito mundo en que vivimos.
