La crisis inmobiliaria en China ha alcanzado niveles tan alarmantes que las constructoras han optado por incentivos poco convencionales para atraer compradores. Desde iPhones hasta tiquetes de avión, las ofertas buscan revitalizar un sector que se ha desplomado en los últimos años.
El colapso del gigante Evergrande en 2021 marcó el inicio de una crisis que dejó al país con millones de viviendas sin vender. A pesar de los esfuerzos del Gobierno por estimular el mercado con financiamiento y reducción de impuestos, la sobreoferta ha hecho que los precios caigan drásticamente, sin lograr reactivar las ventas.
En un intento desesperado, algunas inmobiliarias han llevado los incentivos al extremo: además de smartphones y vuelos, se ha llegado a ofrecer participaciones en aviones privados y cursos de piloto. Incluso, en ciertas provincias han recurrido al pago en especie, aceptando productos agrícolas para reducir los pagos iniciales.
Sin embargo, ni los descuentos de hasta 15% ni los incentivos han logrado despertar el interés de los compradores. La incertidumbre económica y la preferencia por viviendas de segunda mano han hecho que las expectativas de recuperación sigan siendo sombrías. Mientras tanto, China enfrenta un panorama preocupante: una cantidad de viviendas vacías que ni sus 1.400 millones de habitantes podrían ocupar.
