Encontré la forma de adueñarme de la ciudad, de hacerla mía, de tener relaciones íntimas con ella, yo soy un amante de la urbe y creo que es porque me crié en un pueblo con un solo semáforo que inclusive ni servía. Soy amante de la ciudad, del concepto y me regalo fácil si la ciudad me seduce apenas me ve, seguro es la edad. A Caracas llegué en el 2008, no habían pasado 24 horas cuando un malandro con un cuchillo que seguro ni filo tenía me quitó 60 Bs, lo único que cargada en el bolsillo, pero ¿quién se arriesga a comprobar si el cuchillo corta o no? Del susto agarré una camioneta y terminé en antímano, otro día les contaré cómo regresé a casa. Después vinieron más “arriba las manos”, pero ese no es el caso.
Caracas me enamoró. De Coche a Chacaíto y todos los municipios que la levantan como zona metropolitana. Me dejé llevar por su cordillera, por ese verde perenne que la adorna, ¿quién no se enamora de una ciudad donde siempre es verano? Incluso del desastre de plaza Venezuela a las 7:00 am o de la Baralt un viernes a las 6:00 pm, ¿no les resulta literario?,¿sustancioso?
Mi teléfono fue el responsable de tomar las 22 fotos de una serie que llamé #CaracasFloors, en una ciudad donde no hay tiempo para distracciones yo me tomaba el tiempo no solo de ver a los lados y atrás, sino de ver también hacia abajo, era una forma de empoderarme, apoderarme, de perder el miedo, de poder distraerme, retraerme y saber que no me iba a pasar nada, que nadie me apuntaría para quitarme el teléfono mientras hacía una foto amateur. Y salió, no sé si bien, pero les quiero mostrar el resultado. Caracas es una rompe corazones, pero es mi ciudad y yo la quiero así.
