La magia de la Navidad se extiende más allá del 25 de diciembre para millones de cristianos ortodoxos que mantienen viva la celebración hasta el 7 de enero. Mientras el mundo se sumerge en la festividad el 25 de diciembre, una comunidad significativa de más de 260 millones de fieles ortodoxos en distintos rincones del planeta marca la Nochebuena el 6 de enero y la Navidad el 7, un ciclo que se despliega en sintonía con una diferencia calendárica arraigada en la historia.
La raíz de esta divergencia se remonta al año 325 d.C., en una conferencia de obispos que buscaban establecer una fecha unificada para la Pascua. Fue en este encuentro donde se acordó adoptar el calendario juliano, impulsado por Julio César en el año 46 a.C., como referencia temporal. Sin embargo, siglos después, en 1582, el Papa Gregorio XIII presentó el calendario gregoriano, marcando el 25 de diciembre como la fecha oficial de la Navidad para la mayoría de los cristianos.
Esta actualización calendárica, diseñada para ajustar las desincronizaciones temporales y situar la Pascua en la primavera, no fue adoptada uniformemente por todos los segmentos del cristianismo. La Iglesia Ortodoxa se mantuvo leal al calendario juliano, optando por celebrar la Navidad el 7 de enero, creando una discrepancia de 13 días con respecto al calendario gregoriano. Este desfase se originó en la ‘supresión’ de días por parte del Papa, del 4 al 15 de octubre de 1582, para realizar el ajuste.
Territorios con una presencia significativa de fieles ortodoxos, como Rusia, Egipto, Armenia, Georgia, Bielorrusia, Serbia y Kazajstán, mantienen viva la tradición de la Navidad en enero. Este ritual navideño trasciende el aspecto temporal: desde la Nochebuena el 6 de enero, los ortodoxos observan un ayuno hasta la aparición de la primera estrella en la noche, simbolizando el nacimiento de Jesús. La Nochebuena se llena de una mesa con 12 platos distintos, honrando a los apóstoles, mientras que la visita a la iglesia marca el inicio del día navideño el 7 de enero, sin la tradición de intercambiar regalos, pero con la alegría de compartir y celebrar en comunidad.
Así, para esta fracción de la fe cristiana, la Navidad en enero es más que una fecha diferenciada en el calendario; es un vínculo con sus tradiciones, rituales y una manera única de conmemorar el nacimiento de Jesús