Hay destinos privilegiados por el toque mágico de la varita, o por la causalidad que lleva a la naturaleza a manifestarse de formas magníficas. Geografías sorprendentes aparecieron en la tierra, hace millones de años y hoy las visitamos como avesados aventureros o turistas de All Inclusive. Uno de estos fascinantes destinos es sin duda Península de Yucatán, al sureste de México.
Durante un año vivimos con Cecilia, en un Resort de la Riviera Maya, colaborando con su fundación ecológica cuya misión más importante era la protección de la tortuga blanca que sale a desovar a las playas entre los meses de mayo y octubre. En todo ese tiempo fuimos invitados por diferentes emprendimientos turísticos para fotografiar y difundir la naturaleza y las opciones de aventura que esta tierra tiene para ofrecer.
Cenote de Aktun Chen en la Riviera Maya – Península de Yucatán
Con los que mas anduvimos y seguiremos agradecidos, son los integrantes de una Agencia de Buceo que operaba dentro del Resort, sobre todo con Eugenio Aceves, un capo total del buceo y una persona excelente, que en cada salida que hacía con turistas a un cenote distante o a la isla de Cozumel, nos pasaba a buscar, con todo lo necesario para la expedición. Gracias a ellos conocimos alucinantes destinos de buceo de la Riviera Maya, aunque en este artículo solo voy a escribir sobre Cenotes.
Cenote » El Eden»
Tal vez te parezca un poco pesado, pero bueno, creo que para darle valor a las cosas necesitamos conocerlas de antemano. Y un lugar tan increíble como este, hay que entenderlo. Por eso voy a contarte en pocos renglones una introducción a los cenotes.
La historia geológica de la Península de Yucatán, es increíble, porque toda esa inmensa superficie que involucra a varios estados de México, Belice y Guatemala, estuvo sumergido en el mar durante millones de años. Hasta que un día de hace unos 100.000 años, apareció la famosa era de hielo, que creó casquetes polares con gran concentración de agua en diferentes lugares del globo terráqueo y afectó las zonas tropicales, al provocar una regresión marina y disminuir la superficie de los océanos.
Cenote Semi-Abierto «2 Ojos»
Como consecuencia, la Península de Yucatán, que hasta ese momento era un tremendo bloque de corales a poca profundidad, quedó al descubierto. Los corales murieron y su suelo de roca caliza, poroso y permeable, fue fundamental para la creación de los cenotes.
Cenote Abierto «Manatí»
Las lluvias regaron esta gigantesca extensión de suelo, y le dio pista a las plantas que hoy en día forman la Selva Maya. Pero en una superficie tan filtrable y esponjosa, el desgaste producido por la erosión del agua de lluvia que caía y se escurría por el suelo yucateco rumbo al mar, diluyó la roca madre y dio origen a espacios vacíos subterráneos que, literalmente, transpiraban sedimentos por sus techos. Ese proceso durante cientos de años, decoró gota a gota, con estalactitas, estalagmitas y columnas, paisajes asombrosos ocultos bajo tierra. Así se formaron gran número de cavidades, infinidad de arroyos por los que el agua acumulada fluía hacia el mar, dentro de tremendas cavernas. De este modo se creó una red de laberintos subterráneos.
Luego, hace apenas 10.000 años, empezó el calorcito con la era postglacial y aumentó un poco, a causa del derretimiento de los hielos, el nivel de los océanos. El agua salada del mar ingresó en estas cavidades e inundó por completo algunas de las grutas y otras no tanto, cuando están sumergidas se llaman cenotes cerrados y ese es el primero de los 4 tipos de cenotes.
Los otros 3 tienen entrada de luz porque algunas cuevas ubicadas por encima del nivel del mar los techos de roca caliza se volvieron muy delgados para sostenerse, colapsaron y crearon cenotes abiertos, semiabiertos y abiertos profundos. Hoy en día se han localizado 1.000 cenotes de los aproximadamente 4.000 que se creen existan en el Estado de Yucatán y se mapearon 1.200 km de ríos subterráneos desde hace 40 años, el cálculo es que son apenas el 20 % del total.
Dicho esto, estarías en lo cierto en suponer que si recorrés de norte a sur y de este a oeste la Península de Yucatán, todo el tiempo vas a estar sobre un suelo hecho de restos de corales y roca calcárea atravesada por un sistema de redes fluviales subterráneas. Los cenotes, en la mayor parte de los casos son ensanchamientos de este entramado de cursos de agua dulce que bajan por la pendiente y se mezclan con el agua salada al llegar a nivel del mar.
En la zona continental, el agua marina, más densa que la dulce, puede penetrar por el fondo del sistema freático. En consecuencia, hay cenotes en los que a partir de determinada profundidad el agua pasa de dulce a salada, incluso a muchos kilómetros de la costa.
Cenote Abierto Profundo «Angelita»
La superficie de contacto entre el agua dulce y marina recibe el nombre de haloclina, y provoca interesantes efectos visuales porque el encuentro de estas aguas que no se mezclan y tienen diferentes densidades, crea una visión viscosa y nublada. Una capa de sulfato de hidrógeno que se ve como una nube, desde arriba es consecuencia de la descomposición vegetal de las hojas, plantas y resto de selva que caen desde tiempos remotos. Al ser menos densos y pesados que el agua salada, pero más que el agua dulce, quedan flotando entre las 2 aguas.
En la siguiente foto, podés ver como Eugenio Aceves en el Cenote Angelita, a una profundidad de 40 metros comienza a descender al agua salada y empieza a atravesar la nube de descomposición vegetal. El Cenote Angelita se encuentra a unos 17 kilómetros al sur de Tulum. Es un túnel vertical, una gran columna de agua de 60 metros de profundidad, con unos 40 metros de perfecta visibilidad, a partir de allí, es decir, a nivel del mar, atraviesa la frontera de las aguas a ciegas, de apenas 2 metros de espesor, y aparece del otro lado. Todavía quedan 20 metros más para tocar fondo. La primera foto de este artículo la saqué desde el fondo, componiendo la toma hacia arriba. Es un lugar perfecto para quienes disfrutan de los deportes extremos.
