El día que caminé por el ‘Paseo de la Fama’ en Hollywood y fui perseguida por Darth Vader

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Redactor
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¡Qué momento! Cuando nos encontramos organizando nuestro próximo viaje, decidimos qué lugares incluir y cuáles dejar afuera o para otro momento. Pero no todas las decisiones terminaban allí, porque luego teníamos que hilar finito y respondernos ¿qué es lo que queremos visitar en ese lugar? Y en definitiva… nuestras fantasías nos motivan a elegir qué experiencias queremos vivir.

Cuando decidí incluir a la ciudad de Los Ángeles al itinerario de la Costa Oeste de Estados Unidos, me incentivaba poder ver con mis propios ojos esos escenarios de película, que Hollywood se había encargado de inmortalizar en mi memoria.

Por eso, en Los Ángeles, donde nacen las estrellas, consideraba que era imprescindible conocer el lugar donde son reconocidas y premiadas en el ya establecido Paseo de la Fama o “Walk of Fame” en inglés.

image Paseo de la Fama

Específicamente sobre la calle Hollywood Boulevard se concentran la mayor cantidad de estrellas colocadas sobre ambas veredas. Así es como, a través de la Cámara de Comercio de Hollywood, se honra a los artistas que contribuyen a la industria del cine, el teatro, la música, y la radio. Es de esperarse que al caminar por allí tengamos que esquivar a los fanáticos que posan felices con su estrella favorita.

Yo encontré la mía a metros de llegar al epicentro de este paseo. Sí, los paseos también tienen introducción, nudo y desenlace. El nudo de mi historia en este lugar tiene su foco en los cien metros a los que defino como ¡una trampa turística! ¿Dónde exactamente? Donde se arma la alfombra roja cada año, frente al Teatro Dolby y el Teatro Chino.

image Teatro Chino

Ese día el frente de los teatros estaba en pleno preparativo para la presentación de una nueva película. La calle estaba vallada y no se podía cruzar de una vereda a la otra, salvo por las esquinas. Justo había quedado parada en la vereda de en frente a los teatros que quería retratar.

Agarré el celular y comencé a filmar por unos segundos el trabajo de montaje que estaban realizando para esa puesta en escena, y que en pocas horas se transformaría en el gran show de la noche.

Pero cuando me di vuelta, estaba Darth Vader. Era un hombre alto y disfrazado de este personaje de ficción que nos suele generar sensaciones entre miedo y misterio, y que se inclinaba casi encima de mí enfrentándome a su máscara.

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Me pedía que borrara su foto. ¿Qué foto? le dije. Y como si fuese un CD que salta en la misma pista, me repetía: “Me sacaste una foto, borrá mi foto, quiero mi propina, mostrarme tu celular”. Mantuve la calma mientras trataba de entender lo que estaba pasando, y a la vez le explicaba en mi mejor inglés que no le había sacado ninguna foto, que la información de mi celular era privada, y que por favor me dejara en paz.

Lo esquivé bruscamente para escaparme de esa situación, aunque sin saber hacia dónde caminaba. Me sentí casi perdida en la cuadra más concurrida de Los Ángeles, y Darth Vader había dejado de ser un personaje de ficción para convertirse en una pesadilla.

Ahí nomás vi un local de chocolates muy famoso, y me tiré de cabeza para tomar un respiro. Sentí que tenía que actuar con normalidad porque había entrado a un lugar privado y no quería llamar la atención, y por otro lado necesitaba hacer tiempo para lograr que aquel momento incómodo se desvaneciera. 

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Mientras tanto miraba de reojo hacia afuera. No lo podía creer: Darth Vader me esperaba en la puerta del local y de brazos cruzados, con actitud de que le estaba haciendo perder el tiempo. ¿Qué podía hacer a esa altura? Tomar coraje era la única opción y después de 10 minutos de revolver chocolates, decidí salir.

Le mostré el celular para que viese que no tenía ninguna foto de él. Para ese entonces ya no lo quiso mirar, no quiso escuchar, y para su apoyo llegaron el Hombre Araña y Iron Man. Estaba frente a un nuevo escenario y quedaba claro que esta película que estaba viviendo se trataba de un apriete. Pagarles hubiese sido lo más fácil, aunque injusto. 

Y como pasa con esos personajes que se fortalecen atravesando sentimientos encontrados, pude ver cuál iba a ser mi mejor salida.

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Así, mantuve firme mi postura. Ahora yo les hablaba a ellos no sólo en inglés, sino también en español porque el Hombre Araña lo entendía bastante bien. Entre medio de empujones y pisotones que recibía sobre mis pies para que no pudiese avanzar, los iba guiando hacia la esquina donde la policía de tránsito se encontraba en plena acción.

Estaba cada vez más cerca de lograr mi cometido: denunciarlos en pleno Hollywood. Pero la salvación llegó justo unos segundos antes. Entre el bullicio de la gente, y este grupo de violentos que no dejaban de torearme, escuché “Hey! Leave her alone!» (Ey! Déjenla en paz!).

Eran dos custodios del armado del evento que se acercaron hasta la zona vallada. Tuvieron que gritar porque no podían pasar hacia la vereda, pero fue suficiente para liberarme de esa presión. El efecto fue inmediato, y yo huí. Sin querer había logrado una resolución digna, pero huí. 

Me sentí frustrada porque me habían robado la fantasía por la que había elegido conocer el Paseo de la Fama. 

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Conocí el escenario de los Oscar de la peor manera, y me quitaron la posibilidad de jugar mi propio juego en la búsqueda de estrellas sobre el suelo, que me hiciera cantar una canción, o recordar una película.

Me sentí culpable de mi propio sentimiento porque tuve que remontar el resto del día, haciendo un gran esfuerzo por sentirme a gusto con aquello que también había deseado conocer.

Y pensar que había leído comentarios similares de otros turistas que tuvieron que pagar a este grupo de agresivos disfrazados, advirtiendo que evitáramos entrar a ese lugar…

El Museo de las Selfies llega a Las Vegas

image selfie museum kl

Este divertido y particular espacio abrirá sus puerta a fines de este mes en Las Vegas.

El Museo de Selfies, un espacio interactivo que explora la historia de las selfies, se complace en anunciar su primera ubicación fuera de California, siendo elegida la ciudad de Las Vegas. Tras el indiscutible éxito del museo, que abrió permanentemente sus puertas a principios de este año en Los Ángeles, esta nueva sede llega para sorprender en Miracle Mile Shops.

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