En 1922, cuando el arqueólogo, Howard Carter, su financista Lord Carnarvon y una tropa de trabajadores locales desenterraron una escalera que descendía hasta la entrada de una tumba sellada hace más de 3000 años, lo hicieron sin saber que harían uno de los descubrimientos más grandes y controversiales en la historia de la humanidad.
Es que, junto a la tumba del faraón Tutankamón, el egiptólogo inglés y su equipo encontraron una extraña daga que fue objeto de especulaciones. Incluso, hasta pesar en la existencia de vida extraterrestre desde tiempos inmemoriales.
La daga que reposaba junto a los restos de su dueño levantó varias sospechas por el material con el que está fabricada. Según las investigaciones que se comenzaron a hacer a lo largo de los años, el arma está formada por un cuchillo de hierro, una empuñadura dorada y está compuesta por un extraño metal que, por entonces, era desconocido por el hombre.
En la Edad de Bronce, especifica un estudio del Journal of Archaeological Science, los objetos metálicos solían fabricarse utilizando materiales provenientes de meteoritos. Esta práctica se habría dejado de hacer recién en la Edad de Hierro. Así, la daga del joven faraón puede ser localizada y relacionada con meteoritos.
De acuerdo con las investigaciones que se hicieron sobre el objeto, con el paso de los años se pudo determinar que el arma tiene un alto nivel de níquel en su composición, lo cual indica que se utilizaron materiales de un aerolito.
Así, en 2016, la armadura de Tutankamón fue examinada con rayos-x y se detectó que tenía hierro, níquel y cobalto. Esto llevó a la sospecha de que posiblemente fueron utilizados materiales obtenidos de 76 meteoritos de hierro hallados anteriormente sobre la faz de la tierra.