No es una leyenda urbana: en Estambul existe un perro que viaja solo en metro, tranvía y ferry como si fuera un pasajero más. Se llama Boji y, sin proponérselo, se convirtió en uno de los personajes más queridos de la ciudad.
Todo comenzó cuando los usuarios del metro empezaron a notar a un perro marrón claro que subía y bajaba de los trenes con total naturalidad, sin dueño a la vista y sin mostrarse nervioso por el ruido o las multitudes. Día tras día, el animal aparecía puntualmente en la estación, esperaba la vibración del tren… y abordaba como si tuviera una agenda estricta que cumplir.
Un viajero experto (más que muchos humanos)
Las autoridades del Metro de Estambul, intrigadas por su comportamiento, decidieron seguirle el rastro. Al colocarle un microchip con GPS descubrieron algo sorprendente: Boji recorre unas 29 estaciones por día, viajando alrededor de 30 kilómetros diarios.
Incluso llegó a cruzar en ferry hasta las Islas Príncipe, un viaje que requiere varios transbordos que muchos turistas no lograrían hacer sin perderse.
Su línea favorita es la histórica M4, donde los pasajeros ya lo conocen y lo saludan como a un viejo amigo. Según los registros, Boji siempre busca sentarse sobre el motor o lo más cerca posible, lo que llevó a los empleados del metro a bautizarlo con ese nombre: en turco, boji es el mecanismo que conecta el tren con sus ruedas.
Un perro educado y perfectamente sano
Aunque mucha gente pensó que era un callejero en problemas, un control veterinario reveló que Boji estaba vacunado, esterilizado y en excelente estado de salud. Su comportamiento impecable sorprendió aún más:
- Cede el paso para subir al tren.
- Evita molestar a los pasajeros.
- Se acomoda en un asiento tranquilo.
- Observa por la ventana como si fuera un turista profesional.
Solo tiene una debilidad: los gatos. Si ve uno, la calma se termina por unos minutos.
De perro anónimo a símbolo de Estambul
El cariño de los ciudadanos llevó a que el Metro creara una pequeña “estación Boji”, con cama, agua y comida. Muchos empleados incluso lo llevan al veterinario o a sesiones de adiestramiento por su cuenta. Hoy, Boji no solo es el perro más famoso de Estambul, sino una especie de embajador del buen trato hacia los animales callejeros, algo muy característico de Turquía.
Para los locales, verlo dormido al sol en un andén o viajando relajado en el ferry es ya parte del paisaje. Para los turistas que lo reconocen de redes sociales, es casi una atracción más de la ciudad.
Boji no entiende de límites, mapas ni horarios. Pero sabe algo mejor: que el viaje es más importante que el destino. Y lo vive todos los días, vagón por vagón.
