Entre fuegos y pandemia: la vida de un extranjero en la tierra de los canguros

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Redactor
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No terminábamos de recuperarnos de una de las catástrofes ecológicas más grandes de la historia, que empezamos a ver como el mundo comenzaba a revolucionarse, ya las miradas no estaban puestas en los pobres koalas que huían lentamente (todo lo hacen lentamente) del pavoroso fuego, ya la TV no contaban las historias de los heroicos bomberos y sus esfuerzos por salvar otro bosque, ahora el tema era otro, tan abrumante como el anterior, pero menos conocido y a escala mundial.

Los extranjeros que vinimos a vivir a Australia nos sentimos que algo estaba en contra nuestro, aquella felicidad y tranquilidad que vinimos a buscar en este lugar que está siempre bien posicionado en los rankings de los países más felices del mundo o con mejor calidad de vida, se veía nuevamente interrumpida.

Al principio la gente en las grandes ciudades fue un poco escéptica, bueno, en la actualidad también. La vida no ha cambiado tanto como en otros países desarrollados, aunque el punto de quiebre fue un viernes 20 de marzo, cuando, a pesar de las restricciones que tímidamente iban imponiendo el gobierno australiano, miles de personas llenaron una de las playas más famosas del país, Bondi Beach, mientras en el mundo el aislamiento obligatorio ya pasaba a ser moneda común. Ante el miedo de que la situación se fuera de control, el gobierno cerró casi todas las playas, la realidad les dio una bofetada a todos los amantes del sol y el surf, ya no podrían bañarse ni mostrar sus habilidades en el mar, seguridad, vallas y carteles anunciaban que los humanos allí estaban vedados. Fue a partir de ahí que de poco se fue entiendo que el tema era serio, días después ya no se podía ir a comer afuera, ni a tomar el café tan amado por la mayoría de los que aquí elegimos vivir.

Como en todo el mundo las noticias no hablaron de otra cosa y fue el tema casi único de conversación, de a poco los números eran cada vez más preocupantes, aunque aquí las restricciones fueron en algunos casos solo recomendaciones.

¿Entonces la gente comenzó a quedarse en sus casas?

No, para nada, hubo algunos que saltaron vallas con sus tablas de surf, hubieron otros que no accedieron a la arena pero se reunieron entre cervezas en los parques, la mayoría nunca dejó la actividad física al aire libre (los gimnasios si que están cerrados) y la vida no dejó ser tan normal. Luego de las primeras semanas de pánico con batallas épicas por quedarse con algún rollo más de papel higiénico incluidas, los residentes australianos volvimos a hacer más o menos lo mismo que siempre.

Pero, ¿Qué pasa con los extranjeros?

La mayoría de los extranjeros que buscan una nueva vida en estas tierras se enfrentan, como en casi todo el mundo creo, a situaciones desiguales frente a los nativos. Es ahora que, ante la falta de empleo en ciertos sectores de actividad tales como la gastronomía y el turismo debido al cierre de todos ese tipo de establecimientos y el cierre de fronteras externas e internas entre estados, los que no nacimos en este país nos enfrentamos a un gran desafío. El trabajo calificado para un extranjero es muy difícil de conseguir por lo menos en los primeros años de residencia. Existe un gran número de jóvenes estudiantes procedentes de muchos lugares del mundo que son quienes ocupaban esos puestos de trabajo que hoy no existen, muchos de ellos tuvieron que optar por volverse a sus países, pero otros tantos no pudieron hacerlo, no llegaron a tiempo, ya no había vuelos para volver.

El gobierno dio prioridad a sus ciudadanos y no ofreció asistencia social ni económica a casi ningún extranjero y el primer ministro invitó a los “visa holders” a abandonar el país. Muchos de ellos no encontraron más remedio que seguir la sugerencia del máximo líder político del país y pagando costos extremos emprendieron la vuelta a su tierra, otros hemos seguido a la espera de la reactivación, sabiendo que Australia sigue siendo un lugar de oportunidades, un paraíso organizado, una sociedad plural y abierta, uno de los mejores países para vivir en el mundo y para muchos el lugar soñado.

A pesar de los embates, de los fuegos y las pestes, el sueño australiano, el de lo inhóspito, el de la naturaleza única y las ciudades hermosas, ese sueño para muchos sigue siendo posible, o por lo menos lucharemos por ello.

Como es un día en la vida de un extranjero en Australia durante Covi19

Con cientos de personas corriendo por las “coastal walk”, otros tanto paseando sus mascotas, algunos comprando un helado y muchos otros yendo a un supermercado o descansando en un parque, la vida en las grandes ciudades de Australia con un semi confinamiento no parece tan diferente a lo que era. Si es cierto que los cafés, restaurantes y discotecas están cerrados, que no hay eventos masivos y cientos de actividades están limitadas, vivir hoy en Australia no se parece casi nada a que lo viven muchos países europeos, incluso latinoamericanos a partir de las medidas para contener el avance del COVID-19.

Ya muchos de los extranjeros que era residentes temporales han tenido que irse, no les ha quedado otra opción, sus puestos de trabajo ya no existen debido a la casi paralización de sectores en donde los extranjeros solemos trabajar, como la gastronomía, el turismo y la construcción, sobretodo aquellos que vienen a estudiar.

Fueron tiempos difíciles cuando muchos de los que no nacieron aquí tuvieron que decidir si continuaban con el sueño australiano o debían postergarlo regresando a sus países, fueron momentos de angustia donde aquellos que decidían volverse no encontraban vuelos o encontraban algunos por 10 veces su valor normal en el medio de las corridas por quedarse con un rollo más de papel higiénico.

Hoy en día el australiano promedio no parece muy preocupado por la situación mundial, siente que alguna ventaja ha tenido vivir en un lugar tan alejado y rodeado de mar, aquí el golpe no fue tan duro. A pesar de que la rutina ha cambiado, las libertades que dan unas políticas menos restrictivas que en otras partes del mundo, hacen que para la mayoría el humor no haya cambiado tanto. Si bien es cierto que la situación económica es desfavorable y que se vendrán tiempos difíciles con niveles de desocupación históricos, el gobierno ha reaccionado rápido en cubrir ciertos sectores más vulnerables inyectándoles dinero para su subsistencia hasta tanto pase el temblor.

Sorprende ver como no hay señales de consternación o preocupación, por lo menos en el día a día, gente haciendo las compras como de manera habitual, vida al aire libre disfrutando los últimos días de calor y un ambiente optimista es lo que se ve en las calles de Sydney por estos días. 

Australia vive una vida con restricciones, pero la imagen es mucho más alentadora que en otros sitios. A algunos les genera escozor ver cientos de personas haciendo “running” en algunos parques públicos en estos momentos, pero la realidad dice que, con un control mayor sobre lo más vulnerables ante el virus, siendo uno de los países con más testeos per cápita del mundo, con restricciones a ciertas actividades específicas y un sistema de salud eficiente, la ecuación parece funcionar. Australia ve como la famosa curva de contagios baja desde hace semanas y como su índice de mortalidad es de lo más bajos del mundo, ¿por qué cambiaría su forma de encarar la situación entonces?

El horizonte aun no se ve muy claro pero el aire que se respira es de esperanza, los que no nacieron en estas tierras esperan con ansias la reapertura de esas actividades que suelen darles trabajo y los que aun lo conservan esperan lo mismo para completar esa parte de vida social que todos han perdido. La recuperación será dura pero parece que el golpe fuerte no lo fue tanto y la sociedad australiana empieza a vislumbrar ese renacer.

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