Joven australiano pisó por accidente al pez más venenoso del mundo

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Adam Clancy, un joven fotógrafo australiano que se encontraba trabajando en una playa de su país, al adentrarse al mar sintió que pisaba una piedra, pero resultó ser el pez más venenoso del mundo.

Adam, con su cámara en mano logró fotografiarlo antes de que se perdiera en el mar; luego le mostró la imagen a un amigo que lo acompañaba: “Él me avisó: ‘Eso es un pez piedra’. Entonces, yo le pregunté: ‘¿Necesito atención médica?’. Y él me contestó que sí”, explicó el joven, por medio de un video que recorrió las redes sociales y se volvió viral.

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Adam, con su cámara en mano logró fotografiarlo antes de que se perdiera en el mar.

El temible pez piedra

Los peces piedra se encuentran en todas las aguas costeras poco profundas del norte de Australia, además de las zonas costeras de la región del Indo-Pacífico.

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“El pez suele permanecer inmóvil, a menudo parcialmente enterrado en el suelo marino y perfectamente camuflado entre el coral circundante, el arrecife rocoso, escombros o las plantas acuáticas. Tiene 13 fuertes y afiladas espinas en la aleta dorsal que están contenidas dentro de una vaina de piel gruesa (…) En la base de cada espina hay dos glándulas de veneno que descargan su contenido a lo largo de conductos en la espina. Cuando se lo molesta, el pez erige sus espinas, pero mantiene su posición en el suelo. Los pinchazos suelen producirse en los pies de los nadadores (…)”, explicaron desde el Queensland Museum de Australia.

Luego del pinchazo, el dolor es insoportable y puede durar varios días. “Puede producirse parálisis muscular, dificultades respiratorias, shock y, a veces, insuficiencia cardíaca y muerte”, explicaron.

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Según comentó Adam a un medio local, el veneno impactó en su cuerpo, aunque pudo aguantarse el fuerte dolor. “Tengo una alta tolerancia al dolor y creo que preocuparse en esas situaciones empeora el cuadro (…) Los paramédicos me dijeron que la mayoría de las personas, en mi mismo caso, entran en shock y se desmayan por el intenso dolor”, relató Adam.

“Volví a trabajar al día siguiente y estuve cojeando de ese pie durante tres semanas”, añadió. Sin embargo, advirtió: “No se debe hacer lo que yo hice, no tomar medicamentos y no ir al hospital para controles más exhaustivos”. Por suerte la historia tuvo un final feliz.

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