La historia del barco de cemento perdido en la inmensidad del Delta

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Justo en el medio de la inmensidad del Delta del Paraná, como un alfiler que se encuentra perdido en la geografía, yace semi hundido un barco de cemento con una historia la mar de interesante. Se encuentra ubicado en la confluencia del río Victoria y el arroyo Las Bateas. Volcado sobre estribor y con la proa debajo del agua, apenas podemos ver su estructura y sus dimensiones. Su aspecto enigmático y fantasmal cuento menos terrorífico nos ayuda a despertar curiosidad al mismo tiempo. ¿Qué hace allí, de dónde vino, cuánto hace que está, y por qué llegó a ese lugar? Al realizador audiovisual José Luis Espeche le llevó 30 años resolver la incógnita, y la volcó en un documental titulado «El Jabalí, historia de un naufragio».

El libanés Nicolás Sfeir, nacido en 1899, llegó a la Argentina con 32 años y se asentó en el Delta del Tigre, el lugar donde se dedicó en primer lugar a la actividad forestal y la producción frutihortícola. Sin embargo, en la década de 1940 fundó la fábrica La Esperanza, entre Arroyo Seco y Villa Constitución, pero 50 kilómetros islas adentro.

El establecimiento se dedicaba puramente a la producción de aceite y harina de pescado. Para esto llegó a emplear hasta 90 personas, que trabajaban sin descanso y hasta vivían en el lugar durante la época de mayor producción. Participaban de la labor las familias enteras, y los chicos y jóvenes eran los que soportaban mayor carga horaria. El trabajo era bastante duro, ya que las jornadas comenzaban muy temprano, antes del alba, cuando se salía a pescar en medio de un río manso y del silencio más absoluto. El sistema de recolección era bastante depredador, y lo obtenido se llevaba a la factoría para realizar la producción.

Pero La Esperanza no la tenía fácil. Las inclemencias del tiempo, el cambio permanente en la topografía insular, las inundaciones y las sequías hacían cada vez más difícil la tarea, ya de por sí extenuante. Al principio de la década del 60, Sfeir decidió que era hora de abandonar tierra firme y montar la factoría en un lugar flotante, que pudiera contar con una facilidad aún mayor los caprichos del agua. Compró entonces en la zona del Riachuelo un barco muy particular, hecho de cemento, de 54 metros de eslora, 10 de manga y seis de puntal, construido en Francia en 1919 y que permanecía en La Boca desde 1923, adonde había llegado remolcado desde Francia. Adquirió tecnología y se dispuso a montar sobre ese barco la nueva factoría. Corría 1965.

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Sin embargo, atravesaron una época de mucha sequía y una bajante histórica del río que afectó tremendamente la pesca. La fábrica flotante finalmente nunca funcionó. Nicolás Sfeir falleció el 16 de agosto de 1975 sin ver su emprendimiento en marcha. Su hijo vendió el barco a empresarios de San Nicolás que pretendían hacer un boliche bailable flotante, pero ese emprendimiento tampoco prosperó. La crecida y la inundación de las islas de 1982 la peor del siglo XX arrastró definitivamente lo que estaba en pie de La Esperanza, que todavía seguía en tierra, y la fábrica dejó de funcionar.

Fue durante el año 1990 cuando el realizador audiovisual José Luis Espeche decidió con un grupo de cinco amigos emprender un viaje por el interior del Delta. La idea de la aventura era retratar la vida de los isleños, su trabajo, sus costumbres. El pequeño barco de madera Goizeko Izarra zarpó el 20 de septiembre de ese año para emprender un viaje que duraría diez días. Salieron del arroyo Ludueña, fueron hasta donde nace el arroyo Careaga frente a Puerto San Martín, tomaron el Careaga rumbo a Victoria hasta Boca de las Piedras, donde desandaron el río Barrancoco rumbo al sur, hasta el río Victoria.

En la tercera jornada, la embarcación navegaba aguas abajo por el Victoria cuando la tripulación se percató que a lo lejos se podía ver una figura que no se condecía ni con la geografía ni con la vegetación del lugar. Se acercaron y se encontraron con esa estructura inmensa, hecha enteramente de concreto armado que dejaba ver la estructura metálica que le hacía de esqueleto. Todavía flotaba. Empezó a pergeñarse la idea de contar esa historia. Habían hablado con Carlos, hijo de Nicolás Sfeir. Don Benavídez, un isleño, les contó también parte de la historia porque su padre había trabajado en La Esperanza. Recolectaron numerosas imágenes de aquella travesía, que el cineasta guardó esperando la ocasión exacta.

El barco a fines del año 2021

Espeche regresó y armó el corto «El corazón del Delta», con el que ganó en su momento un premio en el Primer Festival del Río y las Islas. El barco era apenas un fragmento de ese trabajo, pero la idea de ir más allá con esa historia ya había echado raíces.

Tuvieron que pasar muchos años para que el realizador y un equipo de trabajo volvieran al paraje y terminaran de darle forma al video. Lo hicieron una vez en avión y dos veces en embarcación. ¿Qué ocurrió en el medio?

El 19 de septiembre de 2014, el cineasta rosarino posteó en un blog el hallazgo del barco. Más de cinco años después, el 17 de enero de 2020, y a 12 mil kilómetros de distancia, el noruego Erlend Bonderud leyó su posteo y comenzó su propia investigación.

Bonderud se dedica a indagar sobre navíos de cemento. Está escribiendo una enciclopedia sobre el tema. Los busca por internet en todos los idiomas para conocer sus lugares de fabricación y el derrotero de cada uno. Se encontró un día con un barco que todavía no se había hundido, en un lejano lugar del Delta del río Paraná, y cuya apariencia le resultó familiar. La nave tenía las mismas características del buque «El Jaguar», que había sido visto por última vez en el puerto Le Havre, Francia, en 1969. Buscó el astillero que había fabricado los buques para indagar sus nombres, y supo que uno de los navíos había sido arrastrado por el Atlántico hasta costas argentinas por un vapor noruego. No podía ser otro que ese que veía en el blog de aquel desconocido argentino.

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La comunicación entre el rosarino y el noruego se retomó el 8 de octubre de 2021 y se hizo fluida. Y ese intercambio le permitió a Espeche terminar de desmadejar la historia. Supo entonces que el barco «Le Saglier», que en español significa «El Jabalí», había sido construido en 1919 en un astillero de Le Havre, en la región de Normandía. Supo también que fue remolcado en 1922 por el vapor Margit Skogland, para llegar a costas argentinas a principio de 1923, que durante su estadía en el Riachuelo le cambiaron el nombre por el de «Portland». Y se enteró que fue comprado por Nicolás Sfeir en 1962, para ser remolcado en 1965 hasta su destino final, en el río Victoria y el arroyo Las Bateas.

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Cuando volvió al lugar para terminar su documental, Espeche se encontró con el barco semi hundido, con la proa sumergida y la popa bien por encima del agua, tanto que dejaba ver el timón. La sensación fue extraña. Lo vio más chico, pero aún imponente. Supo que El Jabalí había sido arrastrado por una creciente unos mil metros, que se fisuró y que por ahí comenzó a entrar el agua, que lo sumergió parcialmente y sigue haciéndolo. Pudo así completar el rompecabezas que había empezado a armar en 1990. El producto final fue el documental de 25 minutos producido por Chajá Producciones, con imágenes de archivo y del presente y banda de sonido compuesta por Sergio Abad, que La Capital reproduce completo al final de este informe.

Entre fines de 2021 y principios de 2022, la bajante histórica les permitió grabar un video con la estructura más a flote, pero se está hundiendo indefectiblemente, como lo muestran las nuevas imágenes.

Espeche recibe a La Capital munido de una maqueta de El Jabalí hecha con telgopor, de unos 50 centímetros de largo, armada por el ya desaparecido Guido Ventura. Lo acompañan Charly López y Hugo Cosciuc, que tuvieron un papel preponderante en la realización del video.

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Los tres cuentan cómo se armó primero «El corazón del Delta», y cómo fue evolucionando la historia con el Le Saglier que llevó a armar años después un nuevo video. Recuerdan que «El Jabalí, historia de un naufragio», se pensó a fines de 2021, pero el armado del documental fue entre marzo y julio de 2022. «Se trabajó contrarreloj, porque la idea era presentarlo en el Festival Latinoamericano de Video, donde se presentaron 480 documentales. El festival se hizo, pero quedaron afuera las producciones locales», lamenta Espeche. El video se completó con testimonios de Inés, hija de Antonio Sfeir; de Graciela Hevia, una vecina de la isla; Guillermo Lambey, alcalde honorario, y Ezequiel Rubattino Faccendini, del Museo Old Victoria.

En 1990, cuando hicieron el primer trabajo, contactaron a un sinnúmero de personas que habitaban o trabajaban en el delta. Ahora, el grupo quiere armar un nuevo video para retratar la vida y el destino de esa gente 30 años después. Y no para. También tiene entre manos otras producciones , pero conserva en sobre lacrado la información.

Es probable que muchos de aquellos personajes ya no estén, como tampoco están algunos de los expedicionarios que tripularon el Goizeko Izarra. Pero El Jabalí seguirá estando, si es que no se lo tragó definitivamente el agua.

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2 respuestas

  1. En el río PARANA , islas de Entre Ríos, frente a la ciudad de Rosario, hay otro de estos barcos, que con la sequía quedó totalmente sobre la arena. Y en la laguna Del Saco, también hay otro, donde solemos ir cuando andamos en kayack.Es decir, a poca distancia, uno de otro hay dos.

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