Visitar la Sagrada Familia debe estar en tu itinerario si piensas pasar por la capital cosmopolita de la región de Cataluña en España, no importa qué tan amante seas de la arquitectura ni qué tan devoto de la fe cristiana te consideres.
Por su majestuosa presencia e interés cultural y religioso, es considerado el símbolo más importante de Barcelona. La construcción de esta basílica comenzó en el año 1882, a cargo de Antoni Gaudí, arquitecto español y máximo representante del modernismo catalán.
Lo verdaderamente sorprendente de esta basílica es que todavía pueden observarse reparaciones a su fachada, de hecho se prevé que su construcción acabará en el año 2026. En este artículo compartiré algunos de los motivos por los que la Sagrada Familia indica que tu visita es imprescindible:
1. Es un icono de la arquitectura
La Sagrada Familia es la muestra de arquitectura más contundente a la hora de representar un tiempo muy concreto y convulso: el cambio del siglo XIX al XX, cuando, de repente, todo se transformó en el mundo occidental y en Barcelona. Fue por aquel entonces cuando sobrevinieron la industrialización y los inventos modernos, y cuando nació la clase obrera y aparecieron los conflictos, lo que conllevó transformaciones sociales.
En este contexto, Gaudí crea una expresiva arquitectura que es fruto de aquellos momentos y que se proyecta decididamente hacia el futuro. Nace en el modernismo, pero va mucho más allá de este movimiento y de las cuestiones formales u ornamentales vinculadas al mismo.
En consecuencia, el reconocimiento de este icono, tímido al principio, fue creciendo a partir de la década de los cincuenta del siglo pasado, y se extendió por todo el mundo hasta consolidarse como un modelo ejemplar de la arquitectura en mayúsculas, de cómo las diferentes ramas técnicas, artísticas y de cálculo que la forman se ponen al servicio del uso y el propósito del edificio, que en este caso es la difusión del mensaje cristiano.
2. Es el único gran templo en el mundo que todavía está en construcción
El tiempo de construcción de las catedrales siempre ha acostumbrado a ser largo, en algunos casos, realmente muy largo: la catedral de Colonia (Alemania) tardó 632 años en ser terminada; la catedral de Milán, 577 años, y la abadía de Westminster, en Londres, se construyó en 500 años justos. Hay otros edificios no religiosos que también han tardado mucho en ser construidos, como la Alhambra de Granada, que se calcula que se levantó en 600 años, o el monumento megalítico de Stonehenge (Inglaterra), que se cree que podría haber tardado 1.600 años.
En cualquier caso, el tiempo de las catedrales se inició el siglo XII y, como una especie de fiebre constructora, fue el motor que hizo crecer las ciudades medievales durante unos tres siglos. El fenómeno, sin embargo, se prolongó en el tiempo, y muchas otras ciudades se fueron añadiendo más tarde a esta ola. Se sucedieron los estilos, desde el románico al neogótico, y podríamos decir que, como mucho, el tiempo de las catedrales llegó hasta el siglo XIX, aunque la existencia de algún caso aislado de ciudad que no concluyó la su sede hasta el siglo XX, como Barcelona.
En efecto, la Sagrada Familia, iniciada a finales del siglo XIX, es decir, hacia el final de esta etapa, y continuada durante todo el siglo XX es, sin duda, un caso excepcional. Cada catedral tiene su historia y sus motivos para alargar las obras, generalmente la falta de fondos o de donativos, pero en el caso de nuestro templo podemos decir que, aunque sea a diferentes ritmos, las obras siempre han tenido continuidad.
Un dato curioso a tener en cuenta es que las remodelaciones a la Sagrada Familia sólo fueron paradas en el periodo 1936-1939, es decir, durante la Guerra Civil Española, y ahora también, por segunda vez en más de un siglo, debido a la pandemia de la COVID-19.
3. Es considerada la obra magna de un genio
Aunque cuando Gaudí murió todo el pueblo salió a la calle a darle el último adiós, en ese momento, y tal como suele suceder con muchos de los que luego son recordados como grandes referentes del mundo, su obra tenía poco reconocimiento desde el punto de vista del arte y la arquitectura.
Han tenido que pasar años para que recibiera el trato que realmente se merecía. Su obra se ha declarado íntegramente Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO: el listado comenzó en 1994, y en 2005 se incluyeron la fachada del Nacimiento y la cripta de la Sagrada Familia.
Esto último se debe a que Gaudí había integrado en esta obra todas las artes que forman parte de la arquitectura, desde la mecánica estructural hasta el más pequeño detalle, sea funcional o simbólico. Además, la Sagrada Familia, al ser la obra que ocupó más tiempo a su autor, prácticamente la totalidad de su vida profesional como arquitecto, aglutina muchas de las genialidades que Gaudí ya había ido descubriendo en otros proyectos.
4. Combina tradición con innovación
Es una obra en la que se combina a la perfección la tradición con la innovación. Esta dualidad es así desde los tiempos de Gaudí y es la que explica, por ejemplo, que las torres centrales del templo, todo un reto constructivo, puedan estar finalizadas en menos de cinco años de trabajo, pero que la piedra que se utiliza para hacerlas tenga el toque artesanal y centenario de los canteros.
La vertiente tecnológica de la Sagrada Familia incluye la utilización de elementos como el acero dúplex , un acero inoxidable que tiene más resistencia mecánica oa la corrosión, o técnicas como la del corte mecánico de la piedra , pero va más allá de la obra e incluye también la seguridad y la gestión simultánea de la obra y el turismo.
Todo ello convive, al mismo tiempo, con un trabajo de artesanos difícil de ver en otro lugar que aquí. En algunos casos, de hecho, son los últimos artesanos que quedan de técnicas que esperamos que tengan continuidad en finalizar las obras: desde dicho trabajo artesanal de dar textura la piedra o el trencadís de colores, hasta el trabajo con la forja al fuego vivo, pasando por los vitrales emplomados al estilo de las catedrales góticas.
5. Un espacio interior lleno de espiritualidad
Hasta el año 2010, la Sagrada Familia atraía a los visitantes por sus fachadas exuberantes. La arquitectura hecha escultura hablaba a los observadores y de boca en boca pasaba el mensaje que era hecha de piedras vivas llenas de contenido.
En el año 2010 se celebró la ceremonia de dedicación del templo como Basílica y, desde ese momento, el templo abrió su interior a los feligreses, los peregrinos y los visitantes, que se encuentran con un espacio del que pocos salen sin quedar conmocionados.
El bosque de columnas de troncos y ramas inclinadas que sostienen unas vueltas agujereadas para dejar pasar la luz como lo hace el follaje de los árboles de un bosque, su gran altura, sus proporciones, y el magnífico juego variante de luces que proporcionan los vitrales de colores, definen algo más que una construcción única: definen un espacio lleno de espiritualidad que realmente cautiva y cautiva cualquier visitante.
Visitar la Sagrada Familia: ¿Cómo llegar?
Se encuentra situada justo en el corazón de Barcelona: Calle Mallorca, 401 Barcelona 08013. Puedes acceder al lugar tomando el metro y bajando en “Sagrada Familia”, la parada que por supuesto lleva el nombre de este ícono de Barcelona reconocido y admirado mundialmente.
Si quieres conocer la Sagrada Familia por dentro, puedes reservar tus entradas en https://sagradafamilia.org/es/tickets. Allí podrás seleccionar qué tipo de recorrido quisieras realizar y te solicitarán que confirmes qué día estarás visitando el lugar.