Hermosas e impresionantes leyendas de México

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Redactor
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México, un país que se caracteriza por la convivencia de las culturas originarias con las tradiciones que llegaron con la colonización, posee una gran variedad de leyendas. Algunas son sobre personajes mitológicos, otras sobre fantasmas y apariciones. Las hay también sobre la historia misma de su nacimiento como sociedad y, también, sobre sitios naturales.

Cualquier lugar que tenga leyendas qué contar, tiene además misterios sin resolver. En el caso de México, la tradición misma se ha ocupado de propiciar historias que pueden parecer increíbles para cualquiera que sea de otro país.

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Más allá de los hechos históricos o de la parte “mitológica” de las historias, las leyendas son una parte intrínseca que la identidad de un lugar. Describen, los pensamientos, las necesidades, los miedos y gustos, de las personas que habitan un país.

A continuación te contamos cinco leyendas mexicanas que realmente valen la pena conocerlas.

¿Quién inventó las leyendas?

A esta altura, pareciera una poco ingenua esta pregunta. Sin embargo vale la pena considerarla. Las leyendas son relatos, la mayoría de las veces tradicionales, que se van transmitiendo en forma oral de generación en generación.

Las leyendas no tienen autores, ni creadores, ni propietarios. Son tesoros que pertenecen a todos y cada uno de los pueblos del mundo. Nos animamos a afirmar que todas las civilizaciones, tienen al menos un relato, que se utiliza para afianzar sus orígenes y establecer su identidad.

Permanecen en el imaginario colectivo y es a partir del boca en boca que perduran y trascienden al tiempo.

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Estas son algunas de las leyendas mexicanas más conocidas

1. La leyenda de la fundación de Tenochtitlan

Una de las leyendas mexicanas más lindas e interesantes, es la que cuenta la fundación de Tenochtitlan.

Todo comenzó cuando los Aztecas tuvieron que migrar del norte del actual territorio de México, por orden de sus dioses. Estos les habían ordenado buscar la tierra prometida. Por lo que en el siglo VI habría comenzado la peregrinación para encontrar el lugar donde un águila posada sobre un cactus devoraría una serpiente. Así lo habían predicado los dioses. Sería ese el lugar que esperaba por los aztecas, para construir el imperio más poderoso de la entonces Mesoamérica.

Caminaron por muchísimos años, viajando de un lugar a otro, aprendiendo de otros pueblos que fueron encontrando en el camino. Hasta que un día llegaron al Lago de Texcoco. A lo lejos vieron, en una pequeña isla en medio del lago, un águila sobre un cactus que devoraba a una serpiente. Era en este lugar donde sentarían las bases de la ciudad.

Cuanta esta leyenda que la revelación data del año 1323, y que en tan solo dos años estaban fundadas y construidas las bases de la gran ciudad de Tenochtitlán.

Las características de esta zona fueron esenciales para su supervivencia. Por su aislamiento natural ofrecía ventajas militares y económicas. Tenochtitlan, la capital de los aztecas se convirtió en una de las ciudades más importantes e influyentes de su tiempo.

2. ¿Cuál es la historia del fraile sin cabeza?

La leyenda del fraile sin cabeza es en realidad una leyenda no solo de México, sino de casi toda la región de Latinoamérica. Pero en esta nota contaremos la versión mexicana.

Su origen se remonta a la época en la que la Iglesia era parte del aparato colonizador. En aquellos tiempos, había un fraile que no se comportaba según se esperaba. Es por eso que, como castigo, fue sentenciado a muerte por decapitación.

Desde entonces, por las noches ronda el monje sin cabeza. Vestido con el hábito y la sotana, causa pánico y terror entre la gente que tiene la mala suerte de cruzarlo. Suele hacerlo en las cercanías de las iglesias, en la misma calle o dentro de los recintos religiosos. Lo hace buscando desesperado, y aterrorizando a la gente mientras tanto, su cabeza.

Dicen que es a los pecadores a quienes este personaje persigue y espanta, justificando su cruel muerte en su comportamiento.

También se dice que en algunas ocasiones se aparece en las celebraciones de misa o también en colegios religiosos, asustando a los niños que no se comportan bien. Pareciera ser un cuento de la iglesia, continuando con su adoctrinamiento, a través de la palabra.

3. La leyenda de la flor de cempasúchil

Esta es en realidad una leyenda sobre una historia de amor. La de dos jóvenes aztecas, Xóchitl y Huitzilin que se conocían desde pequeños. Lo común era que pasaran casi todo el tiempo juntos, jugando y disfrutando por todos los rincones de su pueblo.

Ya de grandes, se enamoraron. Su paseo favorito era subir una montaña, para ofrecerle flores al dios del sol Tonatiuh. En una de esas caminatas, y frente a este dios, juraron que su amor sería eterno.

Pero la guerra llegó, y el joven Huitzlin tuvo que ir a luchar por su pueblo. No paso mucho tiempo hasta que la mala noticia llegó. Él había muerto en combate. Cuando Xóchitl se enteró, su mundo cayó a pedazos y su corazón quedó completamente roto.

Cuenta la leyenda que ella decidió subir una vez más hasta la cima de la montaña e implorar al dios del sol Tonatiuh, que se uniera a ella con su amor Huitzilin. El sol conmovido por sus plegarias lanzó un rayo que rozo leve y cariñosamente su mejilla. Inmediatamente ella se convirtió en una hermosa flor de colores, tan intensos como los rayos del sol. Pocos minutos pasaron, hasta que un colibrí tocó amorosamente el centro de la flor con su pico.

Dice la leyenda que fue el mismo Huitzilin quien había renacido como un hermoso colibrí. Y la flor, que abriendo todos sus pétalos llenando el aire con un aroma misterioso y encantador, era la joven Xóchitl. Ellos estarían juntos por siempre, mientras existieran en la tierra flores de cempasuchil y colibríes.

4. ¿Cuál es la historia de las gemelas fantasmas?

A diferencia de la leyenda anterior, esta tiene poco de amor y mucho de tristeza.

Cuenta la leyenda que una pareja muy feliz y enamorada, se habían mudado a un pueblo con bastante movimiento, incluso en lo que al tráfico se refería. Su hogar se encontraba muy cercano a un camino demasiado transitado, especialmente por camiones de carga.

Pronto tuvieron hijos. Dos gemelas hermosas y adorables, que fueron crecieron en el pueblo normalmente, sin ningún tipo de inconveniente. Pero fue un día, en el que la madre ni el padre podían acompañarlas al colegio. Por lo que ese día, las hermanas irían solas por primera vez. Para ello debían cruzar la transitada y peligrosa carretera.

La madre les había dado un solo consejo, que se cuiden al cruzar la calle. Sin embargo, en una distracción, un camión había atropellado a las hermanas y había huido, dejándolas abandonadas y agonizando.

El dolor duró muchos años hasta que los padres pudieron recomponerse. Hasta que llego el día en que volverían a quedar embarazos, y para sorpresa de muchos, otra vez de gemelas. Al nacer y durante su niñez, dice la leyenda, que el parecido con las difuntas hermanas era impresionante. El cuidado de los padres por sus hijas era ahora un tanto exagerado, tanto que nunca le de sus hermanas fallecidas.

Un día, mientras la madre se encontraba realizando actividades en el hogar, se dio cuenta de que las hermanas no estaban en la casa. Ellas estaban cerca de la carretera jugando con una pelota. En otro acto desafortunado, la pelota se resbaló de sus manos, y las dos niñas miraron la calle con intención de cruzar y recuperar la pelota.

Afortunadamente, la mamá llegó gritando que no cruzaran. Según la leyenda, las dos se dieron vuelta inmediatamente diciéndole a su madre que no volverían a cruzar como aquella vez; que ya lo habían hecho una vez y que no querían morir nuevamente.

5. La leyenda de Popocatepetl & Iztaccíhuatl

Como muchos sabrán, el paisaje de la Ciudad de México, se completa por la impresionante presencia de dos de los volcanes más altos del hemisferio norte: el Popocatepetl y el Iztaccíhuatl.

Cuenta la leyenda, que durante la época del imperio azteca, era una práctica habitual someter a las ciudades vecinas y cobrarles diferentes impuestos. Hasta que un día el jefe de los tlaxcaltecas, cansado de esta opresión, decidió luchar por la libertad de su pueblo.

El jefe tenía una hija llamada Iztaccihuatl. Dicen que era la más bella de todas las princesas y, que además, estaba muy enamorada del joven Popocatepetl, uno de los mejores guerreros de su padre.

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Antes de ir a la guerra, Popocatepetl le pidió al jefe la mano de la princesa, por la que también sentía un profundo amor. El padre aceptó y prometió darle la bienvenida con una gran celebración para darle la mano a su hija si regresaba victorioso de la batalla.

Al poco tiempo, según la leyenda, un hombre que también estaba enamorado de la princesa, le dijo que su amado había muerto en combate. Desalmada por esta tragedia e inundada por la tristeza, la princesa murió, sin llegar a imaginar que esto podría haber sido una mentira.

Cuando Popocatepetl regresó victorioso y con la esperanza de encontrar a su amada princesa, solo recibió la triste noticia de la muerte de Iztaccihuatl.

Devastado, prometió honrar a su amor y asegurarse de que la princesa nunca sería olvidada. Para ello ordenó construir una gran tumba debajo del sol, amontonando diez colinas juntas para formar una enorme montaña.

Llevó a la princesa muerta en sus brazos hasta la cima. Besó amorosamente sus fríos labios, tomó una antorcha humeante y se arrodilló frente a su amada para cuidar su sueño eterno. Finalmente, la nieve cubrió sus cuerpos, formando dos majestuosos volcanes que permanecerían unidos hasta el final de los tiempos.

La leyenda dice que cuando el guerrero Popocatepetl recuerda a su amada, su corazón, que conserva el fuego de la pasión eterna, tiembla y su antorcha fuma.

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