En el mundo de los viajes, existe una práctica conocida como «skiplagging» que algunos aventureros emplean para recortar costos en vuelos. Esta táctica, también llamada «pasaje con ciudad oculta» o «pasaje de usar y tirar«, ha captado la atención de los viajeros que buscan economizar en sus trayectos, aunque las aerolíneas la desaprueban.
El «skiplagging» implica reservar vuelos con escalas adicionales más baratas en lugar de optar por rutas directas más costosas. La clave radica en que la ciudad de conexión intermedia sea en realidad el destino final encubierto del pasajero.

Por ejemplo, alguien que desee volar de A a C podría reservar un vuelo de A a B con escala en C por un precio menor al vuelo directo de A a C. Sin embargo, el pasajero abandona el vuelo en la ciudad C, en lugar de continuar hacia el destino final, desafiando así el esquema de tarifas de las aerolíneas.
Esta práctica ha sido empleada por viajeros como Amanda, una madre que trabaja en marketing en Texas, quien ha logrado ahorrar entre US$ 3,000 y 4,000 en los últimos dos años, aunque asume el riesgo de enfrentar sanciones por parte de las aerolíneas.
Si bien el «skiplagging» no es ilegal, va en contra de los términos y condiciones de las aerolíneas. Estas empresas desaprueban la táctica porque les genera pérdidas financieras al dejar asientos vacíos en vuelos que podrían haber sido vendidos a tarifas más altas.

La comunidad de viajeros se divide: algunos elogian la ingeniosidad para ahorrar, mientras que otros advierten sobre las posibles consecuencias, como la pérdida de millas de viajero frecuente o incluso la prohibición de volar con la aerolínea.
Este método, aunque tentador para algunos, también conlleva riesgos significativos. Los expertos recomiendan precaución, ya que las aerolíneas pueden imponer duras penalizaciones a quienes practican el «skiplagging«.
En un mercado donde los precios de los vuelos han aumentado considerablemente en los últimos años, el «skiplagging» ha surgido como un debate entre aquellos que buscan ahorrar y las compañías aéreas que intentan proteger sus ingresos.

La historia de Amanda refleja la realidad de muchos viajeros: enfrentar costos elevados que dificultan sus deseos de explorar el mundo. El «skiplagging» se presenta como una solución, aunque controvertida, para quienes buscan equilibrar sus presupuestos y seguir disfrutando de las aventuras.
Las aerolíneas, por su parte, continúan buscando formas de frenar esta práctica, lo que plantea interrogantes sobre la regulación y los derechos de los pasajeros en un contexto de viajes cada vez más costosos.