Durante la década del 60 se comenzaron a introducir en las costas de Dinamarca ostras gigantes del Pacífico. Su capacidad de reproducción es tal, que al día de hoy, las ostras suponen un problema para Dinamarca, incluso considerándolas una «especie invasora». Eso si, se trata de un problema comestible y así lo han encarado desde el gobierno.
Las autoridades han tomado nota de las quejas de turistas y pescadores que no pueden acercarse a las playas a causa del manto de ostras secas que las cubre. Por ello, a la hora de pensar posibles soluciones, han seguido la lógica del volumen: toneladas de ostras necesitan toneladas de consumidores
En este sentido pensaron: qué país tiene millones de habitantes y pasión por los mariscos? Japón, claro, pero aún más China.
Así fue como a través de su embajada en Pekín, Dinamarca solicitó formalmente ayuda a ciudadanos y empresas chinas para aumentar el tráfico de comercial de ostras entre ambos países. Comenzaron una campaña en Weibo a la que respondieron empresas de alimentación, como estaba previsto.
También lo hicieron operadores turísticos, que han empezado a ofrecer tours por el país que incluyen «festines» de ostras. Como lo leen.
Una joven llamada Bian Miaomiao, originaria de Chengdu y viviendo en Dinamarca, consiguió recoger junto con su familia la friolera de 150 kilos de ostras en apenas 4 horas. Pero además de regalar parte de su captura, a la buena de Miaomiao se le ocurrió invitar a sus vecinos para que las probasen en tres estilos que los chinos conocen bien: a la barbacoa, salteadas y en una especie de tortilla. Según parece, las recetas presentadas por la joven ya han llamado la atención de los daneses, quienes destacan por su sistema educativo pero a los que no se les ve muy puestos en temas de cocina.
El gobierno danés se ha comprometido a gestionar las visas turísticas de ciudadanos chinos en un plazo máximo de tres días. Es de suponer que el pedido sea extensivo a cualquiera que sienta pasión por las ostras.
