En 1962, el periodista británico Brendon Grimshaw, de 40 años, decidió cambiar por completo su vida tras un viaje de placer a los Seychelles. Fascinado por el archipiélago, compró la pequeña isla abandonada de Moyenne por apenas 8,000 libras. Situada a 4,5 km de la costa norte de Mahé, Moyenne, de solo diez hectáreas, estaba cubierta por vegetación densa, con playas de arena blanca y rocas de granito, pero carecía de vida silvestre y estructuras habitables.
El desafío que enfrentó Grimshaw fue enorme: maleza sofocante, palmeras muertas, ausencia de aves y ratones que devoraban todo a su paso. Con la ayuda de su amigo local Rene Antoine Laforune, comenzó un ambicioso proyecto de restauración: limpiaron la isla, plantaron árboles frutales y trazaron senderos, buscando devolverle su esplendor natural y protegerla de la creciente presión del turismo en las islas vecinas.
Entre la vegetación, Grimshaw encontró dos tumbas misteriosas con la inscripción “infeliz desconocido”, que según leyendas locales pertenecían a piratas. Motivado por estas historias, exploró la isla en busca de tesoros que nunca aparecieron, pero continuó su labor de conservación con pasión inquebrantable.
Con los años, la isla floreció: se plantaron más de 16,000 árboles entre mangos, papayas, caobas y palmeras, atrayendo a numerosas especies de aves tropicales y tortugas gigantes de Aldabra, actualmente protegidas en la isla. Moyenne se convirtió en un refugio único de biodiversidad por metro cuadrado en todo el archipiélago.
A pesar de recibir ofertas millonarias para vender la isla, Grimshaw siempre se negó. En 2009, firmó un acuerdo con el Ministerio de Medio Ambiente de Seychelles, integrando Moyenne al Ste. Anne Marine Park, asegurando su protección como parque nacional más pequeño del mundo.
Brendon Grimshaw vivió en la isla durante 50 años, hasta su muerte en 2012. Su tumba se encuentra junto a las de los piratas y de su amigo Laforune. En su testamento, dejó claro su legado: Moyenne debía permanecer como un lugar de paz, aprendizaje y disfrute de la naturaleza para todos los visitantes, preservando la isla para futuras generaciones.
Hoy, Moyenne alberga un pequeño museo sobre su vida, un restaurante y viveros para las tortugas gigantes, manteniendo vivo el espíritu de Grimshaw y su sueño de transformar un islote abandonado en un paraíso natural único.





