Noruega acaba de poner en marcha un proyecto pionero de conservación marina que promete marcar un antes y un después en la protección de los océanos. Se trata de una flota de drones submarinos equipados con cámaras, sensores y brazos robóticos capaces de localizar y cortar las llamadas “redes fantasmas”, un enemigo silencioso de la vida marina.
Estas redes son restos de equipos de pesca que, tras ser abandonados o perdidos en el mar, permanecen durante años en las profundidades. Aunque invisibles para la mayoría, siguen actuando como trampas letales: atrapan peces, tortugas, aves marinas e incluso mamíferos como delfines y focas, causando muertes masivas y afectando gravemente a los ecosistemas.
A diferencia de los buzos humanos, limitados por la profundidad y las condiciones de las aguas, los drones noruegos pueden operar en zonas profundas y de difícil acceso, moviéndose con precisión para identificar y cortar estas trampas mortales.
Con esta iniciativa, Noruega se coloca a la vanguardia en el uso de tecnología robótica para la conservación del océano, en un contexto donde la contaminación marina sigue siendo una de las principales amenazas para la biodiversidad global.
Los expertos confían en que este tipo de proyectos no solo reduzca de manera significativa el impacto de las redes fantasmas en el Ártico y el Atlántico Norte, sino que también se convierta en un modelo replicable para otros países que enfrentan el mismo desafío.
