Si estás soñando con unas vacaciones de verano inolvidables, Brasil guarda un secreto que parece salido de otro planeta: los Lençóis Maranhenses, un destino que muchos comparan con las Maldivas por sus aguas cristalinas, pero con un encanto único que lo hace diferente a todo.
Ubicado en el estado de Maranhão, en el noreste del país, este parque nacional deslumbra a cada visitante con su escenario natural: dunas blancas que se extienden hasta el horizonte y, entre ellas, lagunas de agua dulce y turquesa que aparecen gracias a la temporada de lluvias. El resultado es un paisaje hipnótico, como si la naturaleza hubiera pintado un lienzo imposible de repetir.
Qué hacer en los Lençóis Maranhenses
Este rincón paradisíaco invita a vivir la experiencia de muchas formas. Desde caminar descalzo por las dunas hasta refrescarse en las lagunas escondidas, cada paso ofrece una postal diferente. Para quienes buscan una experiencia auténtica, existen cabañas rústicas en medio del paisaje, ideales para desconectarse del ruido de las grandes ciudades y disfrutar de una tranquilidad absoluta.
Además, se pueden realizar paseos panorámicos guiados, travesías en 4×4 o excursiones en barco que permiten apreciar la magnitud de este paraíso desde distintos ángulos. Todo acompañado por la hospitalidad brasileña y una gastronomía variada que conquista a cada viajero.
Cómo llegar a este paraíso
Acceder a los Lençóis Maranhenses es más fácil de lo que parece. La ruta más común es viajar hasta Barreirinhas, desde donde se cruza el río Preguiça en barco para adentrarse en el parque. Otra alternativa es hacerlo desde Atins, un pequeño poblado que conecta directamente con el corazón de las dunas y las lagunas.
Para no perderse nada, lo ideal es recorrer el área con guías locales, quienes conocen cada rincón y saben cuál es el mejor momento del día para ver cómo el sol transforma los colores del paisaje.
Una joya sudamericana
Los Lençóis Maranhenses son mucho más que un destino turístico: son una obra maestra natural que deja huella en quienes los visitan. Un lugar donde el tiempo parece detenerse, perfecto para viajar con amigos, en pareja o en familia, y donde cada atardecer recuerda que la naturaleza aún guarda tesoros ocultos que parecen sacados de otro planeta.
