Sam Shoemaker, un artista y micólogo de California, llevó la biotecnología a otro nivel al construir un kayak completamente hecho de micelio, el entramado de filamentos que da estructura a los hongos. Con esta embarcación artesanal y ecológica, atravesó 42 kilómetros de aguas abiertas entre la Isla Catalina y San Pedro, en la costa oeste de Estados Unidos, estableciendo un nuevo récord mundial.
La travesía duró unas 12 horas y tuvo un momento inesperado: la compañía de una ballena de aleta de 15 metros que nadó cerca de él, haciendo de la experiencia algo casi místico.
Shoemaker utilizó más de 136 kilos de sustrato de cáñamo inoculado con micelio silvestre para moldear su embarcación, que tras semanas de cultivo y meses de secado resultó ser resistente, hidrófoba y con una textura similar al corcho. Inspirado en la idea de reemplazar los plásticos por materiales biodegradables, bautizó el experimento como parte de la comunidad emergente “AquaFung”, dedicada a explorar el uso del micelio en entornos acuáticos.

El proyecto, apoyado por Fulcrum Arts, despertó el interés de científicos, artistas y ambientalistas. Para muchos, el logro abre un debate sobre el potencial de los hongos como sustitutos sostenibles de los materiales contaminantes.
Aun así, Shoemaker reconoce las limitaciones: fabricar un solo kayak demandó un año de trabajo y no alcanza todavía la ligereza y eficiencia de los modelos convencionales. Sin embargo, planea compartir un manual de código abierto para inspirar a otros a continuar con la investigación.
“Esto no es una solución milagrosa al problema del plástico”, explicó. “Pero es una manera de imaginar un futuro diferente”.





