El surgimiento del coronavirus y su consecuente propagación por diferentes países del mundo ha provocado -y aún provoca- daños que hasta el momento resultan incalculables.
Incalculables no sólo por el hecho de que aún no puede establecerse un fin para la pandemia -que por estas horas encuentra su pico máximo en países de Sudamérica-, sino porque, tomar real dimensión de las consecuencias que ha ocasionado en el mundo, llevará mucho tiempo.
Es, hasta el momento, una de las pocas veces en que nos enfrentamos a hablar de un contexto mundial absolutamente paralizado. Y así como muchos de nosotros vimos frustrarse metas y objetivos previstos para este 2020, también existen personas a las que, si bien no se han contagiado, el virus les está haciendo vivir su peor pesadilla en vida.
Por el avance del virus originado en Wuhan, China, a fines de noviembre del 2019, muchas aerolíneas ya se encontraban cancelando vuelos hacia los destinos que han sido considerados como factor de alto riesgo debido a la identificación de numerosos casos positivos de contagio.
Días más tarde, las aerolíneas decidieron dejar de efectuar vuelos internacionales. Incluso, algunos aviones sólo abandonaban el país local en busca de repatriar a ciudadanos que habían sufrido percances y/o cancelaciones en sus vacaciones.
En efecto, mientras el mundo se abraza a una campaña que pregona el quedarse en casa, ellos están a miles de kilómetros de la suya. Y, así como muchos medios se hacen eco de los efectos secundarios y psicológicos de aquellos que están encerrados en sus casas, nadie habla del estado anímico de quienes han quedado sin amparo ante la caótica situación del Covid-19.
Por viaje de trabajo, por vacaciones, por cumplimiento de una beca, por un tratamiento médico o por lo que fuera que sea, muchos argentinos -como tantos otros ciudadanos del mundo- han quedado varados en los destinos en los que se encontraban al momento de la suspensión total de operaciones aéreas de las aerolíneas y de arribos al país.
De primer momento, muchos de ellos fueron informados de que serían repatriados, luego hubo interferencias entre las partes involucradas en asegurar su regreso a casa. Y, lo que comenzó siendo un estado de incertidumbre durante los primeros diez a veinte días, generó un colapso con el pasar de las semanas.
Los días pasan, y con él se acaban los medios y recursos económicos destinados a subsistir, se cumplen hospedajes y/o se vencen contratos, escasean los alimentos, y hasta corren riesgo de quedarse sin stock de medicaciones y/o insumos de salud necesarios. Por el contrario, aumenta la paranoia, la ansiedad.
Se multiplica la angustia y el sentirse no recibido en ninguna parte: al país en donde están de seguro les gustaría que se fueran, y desde ya que ese es el deseo de ellos más que de nadie. Y en el lugar donde han hecho su vida no parecen brindarle la confianza de quererlos de regreso sanos y salvos.
En efecto, algunos de ellos han hecho pública su situación mediante redes sociales y pedidos masivos de ayuda para lograr volver al país. Convencidos de que solo el apoyo de la gente y la difusión del caso pueden lograr una solución a su problema.
#SeguimosVarados
Un pequeño grupo de argentinos radicados en el exterior y de periodistas (en Europa, Australia, USA y Argentina), en forma total y absolutamente desinteresada, se han manifestado bajo la creación de una pequeña campaña bajo el # y nombre de #SeguimosVarados.
#SeguimosVarados Los turistas, científicos del Conicet, médicos, menores de edad y otros viajeros no eligieron quedarse varados. Cada uno tiene su propia historia, pero el común denominador es que no hay claridad y se enfrentan con terribles burocracias. pic.twitter.com/tRs63YpNXW
— Albertina Piterbarg (@AlberPiter) May 22, 2020
Somos más de 10000 los Argentinos abandonados en el mundo
— ????????AbandonadosenMIA (@abandonadosmia) May 27, 2020
????QUEREMOS CUMPLIR LA CUARENTENA EN CASA????
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✖ARGENTINA NO ESTA UNIDA ????????#73Diasvarados#queremosvolveracasa #NoEstamosTodos @alferdezok @felipesola_ok
@santiagoacafiero @ginesggarcia @anacargentina @JorArguellook pic.twitter.com/jCVRmhyWe9
Entre su principal objetivo destacan pregonar que la opinión pública, los políticos y las compañías aéreas vuelvan a poner el foco de su atención y acción sobre ésta situación inhumana que están actualmente padeciendo miles de argentinos.
Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida por Irina Domsch de Grassmann (@idomschgrassmann) el
Se trata de más de 15.000 argentinos que han quedado varados en más de 60 países: India, Japón, Indonesia, Filipinas, Emiratos Árabes, Israel, Vietnam, Tailandia, Singapur, Malasia, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Kenia, Egipto, Nigeria, Túnez, Argelia, Etiopía, Mozambique, Marruecos, Bélgica, Suecia, Hungría, Grecia, Suiza, Gran Bretaña, Francia, Italia, España, Andorra, Portugal, Alemania, Irlanda, República Checa, Finlandia, Dinamarca, Austria, Turquía, Ucrania, Noruega, Islandia, Rusia, Polonia, Serbia, Rumania, Montenegro, Italia, Canadá, Estados Unidos, Costa Rica, Uruguay, Bolivia, Colombia, Ecuador, Chile, Perú, México, Brasil, República Dominicana, Paraguay, Panamá, Guatemala, Nicaragua, el Caribe,
Asumen que el cortocircuito entre las compañías aéreas, las autoridades de los gobiernos, entes consulares y las cancillerías es cada vez más notorio, y que atravesar este momento, sin dinero y con muchas incertidumbres sobre posibles regresos, los está agotando.
«Solo queremos volver a casa»
Hace unas semanas desde Intriper tomábamos contacto con una pareja de argentinos varados en Chile. Eran más precisamente oriundos de Córdoba, que se encontraban vacacionando en Cancún y nos relataron su odisea por intentar volver a tierras argentinas: “Nosotros teníamos vuelo ida y vuelta a Cancún con la aerolínea Latam. Viajamos viernes 6 de marzo, antes de que en Argentina explotara todo este tema. Llegamos normal y teníamos vuelta programada para el 22 de marzo, haciendo conexión de Cancún a Lima y de Lima a Córdoba«.
Con el paso de los días, esta pareja pudo aprovechar un vuelo de repatriación desde Cancún hacia Chile para llevar a pasajeros chilenos, por lo que una vez arribado el avión quedaron varados en el aeropuerto de Chile, que se encontraba acondicionado con catres, cobijas, almohadas para asistirlos.
Si bien ya era un paso más avanzar en el recorrido por volver hacia su casa en Córdoba, manifestaron su angustia por no estar en el país de origen: «Nos gustaría preferentemente poder llegar hasta el Aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires, y si es necesario quedarnos allá, cumplir una cuarentena ahí. Pero por lo menos va a ser un poco más esperanzador ya estar en nuestro país«.
Ese mismo sentimiento se traslada a todos los ciudadanos que se encuentran varados, cualquiera sea su nacionalidad y cualquiera sea su lugar actual de residencia.
Un ejercicio empático promovido por quienes apadrinan la causa y reclamo de argentinos varados en el mundo consiste en pensar que podría haberle pasado a uno mismo.
Y es que, ni más ni menos, podría ser uno quien quedara a miles de kilómetros de su país, con la incertidumbre de vivir bajo otras reglas, con escasos recursos económicos como para subsistir por más tiempo que el previsto. Podría ser uno madre, padre, hijo, nieto, quien quedara del otro lado de una frontera sin fecha posible de regreso. Podría ser uno quien viera hasta negada la posibilidad de una ducha con agua caliente y una cama cómoda para pasar las noches.
Un argentino varado en Sudáfrica se hace eco del reclamo ante la situación desesperante con la que lidian hace más de dos meses, cuando la mayor parte del mundo suspendió las operaciones aéreas: «Acá estamos sin dinero, sin fecha de regreso, ya van más de 60 días. La Cancillería no nos atiende el teléfono, no nos responde los mails… Dicen que van a enviar vuelos de repatriación pero no lo son: nos cobran, nos cobran el triple cuando ya tenemos pago el pasaje de regreso. Pónganse de acuerdo, están generando un desastre psicológico en la gente. Nosotros no decidimos quedarnos varados, los políticos son los que no quieren que salgan aviones o no los dejan llegar. Nosotros somos 80 argentinos olvidados, abandonados en Sudáfrica. No podemos seguir perdiendo tiempo, chocando una y otra vez contra su burocracia, solo queremos volver a casa. Volver a nuestro país, a nuestro trabajo, a nuestra familia«.
Entonces, como muestra el vídeo, podría ser uno quien se viera angustiado por llevar más de 60 días a la deriva, al no tener respuestas de las autoridades correspondientes en ofrecer alguna solución. Podría ser uno pero son un montón y, a pesar de estar juntos en una causa común, no pueden sobreponerse a las circunstancias.
Desde Intriper, acompañamos la campaña que promueve una pronta respuesta a los argentinos varados en el mundo. Los queremos en casa, cuanto antes! ????